jueves, 19 de septiembre de 2024

Traición: Capítulo 45

 —Oh, Paula, podría ser maravilloso —dijo él, mordisqueándole el lóbulo.


Eran dos adultos. ¿Qué había de malo en demostrarle lo mucho que lo quería? Pero su mente era un remolino de confusas emociones y pensamientos. Era difícil pensar con él tan cerca, con su calor, su perfume, la dulzura de sus besos. Se humedeció los labios con la lengua.


—Déjame quererte —insistió él, tomándole las manos.


Paula se lo quedó mirando. Sus palabras casi eran las que deseaba que dijese, pero, ¿Eran exactamente las que ella quería?


—¿Te pasa algo? —preguntó él.


—No, no me pasa nada —mintió Paula.


¿Cómo explicarle que no era lo que él había dicho sino lo que no había dicho, lo que nunca le había dicho?


—Lo que pasa es que ha sido una semana muy larga y estoy cansada. Será mejor que me vaya a dormir. 


—¿Te quieres ir a la cama? ¿Sola?


En cualquier otro momento, la expresión confundida del rostro masculino le habría causado gracia, pero al mirarlo, sintió una opresión en el pecho. Ojalá su respuesta pudiese ser diferente, pero la única vez que había dejado que su corazón la guiase, él se lo había roto. Pero había crecido y era más sensata. No podía volver a cometer el mismo error. 




Pedro acababa de meter los palos de golf en el maletero cuando sonó su teléfono móvil. Sonrió. Paula ya lo había llamado dos veces y todavía no eran las nueve de la mañana. Aunque aún disponía de cinco minutos antes de salir para la casa de ella, seguro que lo llamaba para cerciorarse de si ya estaba en camino.


—Ya voy —dijo al atender la llamada.


—Pedro, soy yo —dijo Candela atropelladamente—. Martín acaba de llamarme. Está en el pueblo y dice que viene hacia aquí.


—¿Has llamado al sheriff? —preguntó Pedro, alarmado al percibir el miedo en la voz femenina.


—De poco me ha servido —el disgusto no lograba tapar el miedo—. Se ha ido con Hugo a un accidente que ha habido en la carretera. Me preguntó si Martín me había amenazado y le dije que no, al menos esta vez no. Me dijo que vendría en cuanto pudiese, pero...


—¿«Pero...»? —dijo Pedro cuando ella se interrumpió.


—No comprende que la otra vez Martín tampoco me amenazó y recuerda lo que sucedió —dijo Candela con voz temblorosa—. Tengo miedo, Pedro. Estoy sola con Abril.


—Voy para allá —dijo Pedro, sentándose en el todoterreno y poniéndolo en marcha.




—¿Estás seguro?



El alivio de su voz era evidente. Pedro pensó en el golf. Sabía que Paula quería que fuese con ella, pero ya habría otras reuniones de empresa. Aquello era una emergencia. Seguro que ella comprendería que no podía dejar a una amiga en la estacada.


—Algunos de nosotros nos preguntamos si este novio tuyo no será imaginario —dijo el pesado de Pablo, el de Contabilidad, en la fila para servirse la comida después de pasarse la mañana jugando al golf.


Su tono era de broma y Paula se forzó a sonreír, aunque no le hiciese ni pizca de gracia. 

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