martes, 4 de junio de 2024

Inesperado Amor: Capítulo 29

 —¡Maldita sea! —exclamó, sintiéndose tan estúpida como culpable—. ¿Qué habré hecho con mi móvil? Estaba segura de habérmelo metido en el bolsillo.


—Tal vez se te haya caído en alguna parte. Lo encontrarás cuando se ponga a sonar.


—¡Pero lo necesito ahora! —protestó—. Lo siento... —se apresuró en disculparse, pues se estaba comportando como Valentina—. Necesito saber lo que está pasando. La niña no debería quedarse en un lugar tan aislado como éste.


—Creía que habías dicho que quería quedarse.


—No se trata de eso —apoyó los codos en la mesa e intentó pensar a pesar del dolor—. Pero tienes razón. Parece sentirse muy contenta aquí.


—Pero tú quieres seguir adelante con tu vida.


—Yo no he dicho eso —replicó ella, mirándolo—. ¿Lo he dicho?


—No —pareció que iba a decir algo más, pero cambió de opinión y guardó silencio por unos momentos—. ¿Le has encontrado una ropa más adecuada?


—Le he encontrado una sudadera y unos vaqueros, pero no quiere ponérselos.


—No puede pasarse toda la vida con esos vestidos de fiesta —objetó él—. Tiene que llevar ropa normal.


—Tu confianza dice mucho de ti, pero sí, supongo que tienes razón. Por suerte, he encontrado esto —se metió la mano en el bolsillo de la camisa y extrajo la foto—. Es su madre, llevando la misma ropa.


Pedro contempló la foto durante unos segundos y se la devolvió.


—¿Ha funcionado?


—¿Cambiarías tú el tafetán rosa por unos viejos pantalones de peto sin protestar?


—Afortunadamente, nunca he tenido que tomar esa decisión.


A Paula le pareció ver el atisbo de una sonrisa. Quizá sólo fuera su imaginación, pero de todos modos la animó a seguir.


—La verdad es que tuve una idea genial y le propuse que le haría una foto igual que ésta. Y parece haber funcionado.


—Entonces, ¿Cuál es el problema? ¿Necesitas una cámara? Tiene que haber una por alguna parte.


—Gracias, pero tengo mi propia cámara. Me iba de vacaciones, ¿Recuerdas?


—¿Entonces qué hace todavía Valentina con esa cosa rosada con volantes? No será por falta de cachorros.


—No, pero no se trata sólo del cachorro... Tú también apareces en la foto original, y Valentina quiere una exactamente igual. No hay prisa —añadió rápidamente, sin darle tiempo a pensar—. La ropa se está lavando y el tiempo no es el más propicio para sacar fotos en el exterior. Mientrastanto, seguiré buscando mi teléfono.


—Paula...


Ella hizo un esfuerzo por levantarse, pero las rodillas no le respondían. Intentó convencerse de que no tenía nada que ver con el modo en que Pedro había pronunciado su nombre, con una suavidad exquisita, como si sólo lo hubiera dicho por el placer de oírlo...


—Lo siento —añadió él, rompiendo el encanto.


—¿Por qué? No tienes la culpa de que me haya dado un golpe en la cabeza.


—Siento lo de tus vacaciones.


Ah, eso...


—Te prometo que no diré una palabra más al respecto si permites que Valentina tenga la foto que quiere.


Pedro soltó un débil gruñido, pero no parecía molesto por el chantaje emocional.


—Si consigues que salga el sol, te prometo que me someteré a la sesión de fotos.


Su respuesta insinuaba que conocía bastante mejor que ella las previsiones meteorológicas para High Tops. No importaba. Lo había prometido. Y el sol tenía que salir alguna vez. Después de todo. el cielo estaba despejado en la vieja foto de Brenda, ¿No?


—Gracias —respondió con una sonrisa—. Y ahora que hemos resuelto esta cuestión, Podría tomar un par de aspirinas?


—Sólo si te acuestas durante una hora y dejas que te hagan efecto.


—¿Me estás mandando a la cama?


Nada más decirlo se arrepintió. En su estado actual, tendría que dejar que Pedro la llevara en brazos, y no creía que acurrucarse contra su pecho y escuchar sus latidos la ayudara mucho.

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