La princesa Luciana Alfonso cerró la puerta de la habitación detrás de ella y vió a su nueva cuñada, Carla Chaves delante del espejo. Se maravilló de lo igual que era a Paula.
-Creo que tendríamos que advertir a los presentes de que la novia tiene una hermana gemela exactamente igual que ella -dijo Carla como leyéndole el pensamiento-. Como alguien más me haga una reverencia o me llame «Alteza», creo que me va a dar un ataque. ¿Cómo pueden soportarlo?
Luciana se rió.
-Es como tener los ojos azules o pecas. Cuando has nacido miembro de la familia real, te parece lo más normal.
-Se me hace raro pensar que mi hermana es «Su alteza real Paula Alfonso».
-A mí me suena estupendamente. Es una novia guapísima.
-Ella y Pedro hacen una buena pareja.
-Sí. Me alegro de que tu padre pudiera llegar a tiempo para llevar a Paula al altar.
Tras quedarse sin combustible en el barco, Miguel Chaves había tenido que bajar en canoa por el Amazonas hasta el aeropuerto más cercano y había llegado solo una hora antes de la boda, sin tiempo para cambiarse. Así que había entregado a su hija, delante de todos los invitados y de los medios de comunicación de medio mundo, vestido con un traje de safari.
-Bien está lo que bien acaba -suspiró Carla.
-Será mejor que volvamos. Paula debe de estar a punto de tirar el ramo -apuntó Luciana poniéndose bien el vestido de dama de honor.
-Seguro que lo agarro yo porque la próxima boda es la mía. ¿Y tú?
-¿Yo qué?
-Eres la única que no se ha casado. Tal vez deberías agarrarlo tú.
-Ahora que Gonzalo y Pedro están casados, pretendo apartarme de los compromisos oficiales. No tengo ninguna intención de casarme con un príncipe.
-¿Quién habla de príncipes? Hay muchos hombres en el mundo.
-No es tan fácil cuando eres princesa. El hombre con el que me case, aunque primero tengo que enamorarme, tiene que ser el «adecuado».
Volvieron a los salones donde se estaba celebrando el enlace. Allí estaba Paula, del brazo de su flamante esposo. Adrienne no había visto nunca tan guapa y radiante a su amiga. Caroline llevaba un vestido maravilloso, con un velo antiguo de encaje que se sujetaba con una diadema de diamantes que le había regalado Pedro. Luciana se colocó con las demás cuando llegó el momento de lanzar el ramo.. Todo el mundo se maravilló cuando el ramo, de orquídeas tropicales voló por los aires. Luciana, que estaba con el brazo extendido señalando a una amiga, se quedó estupefacta cuando el arreglo floral cayó en su mano.
-¿Ves? Te lo dije -dijo Carla sonriendo-. Tú serás la próxima.
-Para casarse, primero hay que tener novio -contestó Luciana bajando la mirada hacia las flores.
-Tal vez veo amor por todas partes ahora que Paula y yo lo hemos encontrado, pero estoy segura de que tu hombre, o tu príncipe, está en algún lugar.
-Pues tendré que empezar a besar ranas.
-En cuanto Pedro y Paula se hayan ido de viaje de novios, empezaremos a buscarte una charca -dijo Carla abrazando a su cuñada.
-Supongo que el resto dependerá de mí -sonrió Luciana.
FIN
Hermoso final!!
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