-Pedro, lo siento.
-¿Porque te he descubierto?
-Porque siempre hemos sido amigos, desde niños, y odio haberte engañado.
-Lo has disimulado muy bien.
-Ya lo sé. Quise decirte la verdad desde el principio -dijo sin querer añadir que lo quería desde el principio. No quiso mezclar sus sentimientos en todo aquello.
Una mujer los interrumpió.
-Soy Lara Markham, la pediatra de Nicolás -dijo tendiéndole mano a Paula-. Alteza, lo que Nico tiene es una infección de las vías respiratorias.
-¿Tiene tratamiento? -preguntó Pedro.
-Ya se lo hemos administrado. Esto es muy normal en los bebés. Nico es un niño muy fuerte y nos ocuparemos de él.
-Lo sé -contestó Pedro más calmado.
-Ahora está dormido. Si quieren pueden pasar a verle, pero será mejor que se vayan a dormir.
-Gracias, doctora Markham -dijo Pedro asintiendo.
Pedro la agarró del brazo y Paula se preguntó qué sería de ella. Sospechó que él haría que se fuera. Se dió cuenta de que todo lo que le importaba estaba en Carramer. No quería irse. Fue con Pedro a ver a Nicolás. El niño estaba en mitad de un montón de cables y monitores, pero la enfermera que lo estaba cuidando les aseguró que todo iba bien. Cuando él le dió un beso en la frente a su hijo, ella sintió un amor infinito por ambos. Salieron del hospital y se dirigieron a la limusina. En cuanto se sentaron, Pedro subió el cristal que los separaba del conductor.
-¿Qué va a pasar? -preguntó Paula con la respiración contenida.
-Nos vamos a palacio.
-Me refiero a mí.
-¿Qué crees que debería pasar?
¿Quería que ella misma se pusiera el castigo? No le veía la cara porque estaba oscuro, solo el brillo de sus ojos. ¿No se había dado cuenta de que vivir sin él era el peor castigo?
-Me iré en cuanto Nico esté fuera de peligro.
-No.
-¿No quieres que me vaya?
-Ese no es el tema -dijo más frío que nunca-. Seguimos teniendo un compromiso.
-Ese estúpido compromiso tiene la culpa de todo -apuntó Paula con amargura.
-Me voy a encargar de que ese estúpido compromiso, como tú lo llamas, se haga realidad tan pronto como sea posible.
-¿Cómo? Estás comprometido con Carla, no conmigo -preguntó Paula confusa.
-Eso es irrelevante. Tú te hiciste pasar por ella y te casarás conmigo como si fueras ella.
-¿Como si fuera una boda por poderes?
-Sí.
La firmeza de su tono hizo que Paula no objetara nada.
-Pero Carla está enamorada de otro hombre. Se van a casar. Nunca vendrá a Carramer -murmuró Paula.
El príncipe se giró hacia ella. Paula se preguntó si iba a besarla. Lo deseaba más que nadaen el mundo, pero sabía que no tenía derecho. Nunca lo había tenido. Se había estado engañando también a sí misma. No la besó. Ni siquiera la tocó y ella se preguntó si volvería a hacerlo.
-Si no viene nunca, no te quedará más remedio que resignarte a reinar conmigo, mi princesa por poderes -dijo Pedro.
Paula supo que había un castigo peor que no volverlo a ver. El mismo se lo acababa de anunciar.
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