A Paula se le secó la boca. Se vió tumbada en una cama, disfrutando de Pedro. La tentación clon era enorme.
-Sigues sin entender. Los niños, vale, pero todo lo demás no son más que bienes materiales. No pueden sustituir a una relación de verdad.
-¿Cómo has podido cambiar tanto?
-Puede que no haya cambiado tanto como tú crees. ¿No crees que la idea de casarnos es una locura?
-Creo que tú quieres que yo lo piense por algo -contestó repentinamente desafiante.
-¿Qué quieres decir? -preguntó alarmada.
-Debí darme cuenta antes. Tanta insistencia en la importancia del amor es mentira, ¿Verdad?
-¿Qué dices?
-Claro, el dinero y los títulos no son suficiente victoria. Es mejor, tenerme de rodillas, ¿Verdad?
-Nunca...
-No sigas. Creo que te conozco mejor de lo que tú te conoces a tí misma. Hacer que los hombres te deseen es como un juego, ¿verdad? No puedes soportar la idea de no controlarme, así que has decidido intentar otra cosa... Hacer que me enamore de tí. ¿Y si ocurriera? Supongo que sentirías un enorme placer rechazándome -Caroline no dijo nada, pero se dió cuenta de que eso ya le debía de haber sucedido y se preguntó con quién. Quizás Isola se había equivocado y perder a la madre de Pedro le había afectado tanto que no estaba dispuesto a volverse a arriesgar-. ¿Debo tomar tu silencio como un sí?
-Tómalo como quieras. Su alteza puede hacer lo que quiera -«de momento», pensó.
-¿Estás de acuerdo? Creí que me costaría convencerte.
Al ver que Pedro miraba su boca pensó en cómo habría intentado convencerla. Sintió un nudo en la garganta, pero no quiso tragar saliva para que no viera lo mucho que todo aquello le había afectado. Sintió deseos de seguir discutiendo para que él cumpliera su amenaza y la besara. Como si le hubiera leído el pensamiento, él se acercó. A Paula se le disparó el corazón, pero él se limitó a pasarle el dedo pulgar por el labio inferior. Aquel gesto supuestamente inocente hizo que ella tuviera deseos nada inocentes. Cuando él dejó caer la mano, ella se sintió completamente frustrada.
-Pronto -dijo él sin que nadie le preguntara nada-. Lo mejor que puedes hacer es permanecer en silencio. Será mucho más... estimulante... discutir nuestro matrimonio en nuestro lecho de bodas. No soy de piedra, así que anunciaré la fecha de nuestro enlace esta semana.
Paula intentó disimular el susto. No podía anunciar la fecha tan pronto. No le daría tiempo de escapar. No podía permitir que la presentara a su pueblo como su prometida y que luego se descubriera todo el engaño. Se sintió como en una montaña rusa. No sabía cómo se le habían ido las cosas de las manos de semejante manera. No solo las cosas, también los sentimientos. Si no le hubiera besado con tanta pasión, no habría pensado en casarse tan pronto. Debería odiarle por pensar que lo de querer casarse por amor era un truco. Si hubiera sido Carla, tal vez habría sido cierto, pero ella ansiaba un amor para toda la vida como el que había leído en los libros y había oído en las canciones. El amor de verdad iba mucho más allá del deseo. En eso, Pedro y ella no eran compatibles.
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