Se sintió torpe por haberle hecho revivir una experiencia traumática. No sabía qué hacer. Sorprendido, se dió cuenta de que quería hacerle el amor. No para satisfacer sus deseos sino para que Paula se olvidara de aquellos recuerdos dolorosos. ¿Le habría sucedido lo mismo a Gonzalo cuando conoció a Candela? Pedro se preguntó cuándo había empezado él a creer en segundas oportunidades. Miró ante sí y vio la respuesta. Mientras la acompañaba a la mesa, vió que su mirada reflejaba preocupación.
-Espero que no te importe que nos sirvamos nosotros. Le he dicho al servicio que se fuera.
¿Quería estar solo con ella? Paula se sorprendió. No, seguro que no había querido que el servicio hablara de la falta de amor entre la supuesta parejita feliz. Sintió un intenso dolor, pero se recordó que eso era exactamente lo que quería poner a prueba. Pedro la observó servir la sopa. Con el traje tradicional estaba más deseable que nunca. Sintió que su cuerpo comenzaba a reaccionar y tuvo que controlarse. No solo era su físico; su fuerza interior le inspiraba y le fascinaba. ¿Cómo podía alguien tan vulnerable ser tan fuerte? Era la misma fuerza que permitía a las mujeres pasar por la agonía del parto y tornarlo en una experiencia triunfal. Nunca la había deseado tanto.
-Deberías enseñarme cómo hacer para mostrarse tan optimista ante las adversidades -ironizó Pedro.
-Si creyera que lo dices de verdad, te enseñaría.
-¿Por qué dices que no lo digo en serio?
-Por el cinismo de tu voz. Prefieres que yo haya confirmado la mala imagen que tienes de las mujeres. Así, serás capaz de casarte por poderes y seguir teniendo tus aventuras sin remordimientos. Es más fácil echarle la culpa de todo a Sandra y no querer admitir que el amor ha triunfado sobre adversidades mayores.
Pedro se preguntó si tendría razón. Se dió cuenta de que ambos estaban librando una dura batalla consigo mismos.
-No te voy a hacer cambiar de parecer, ¿Verdad? -preguntó Paula-. Aunque me pasara día y noche hablando, nada cambiaría. Tú ya te has hecho una idea sobre el amor y lo último que quieres es que una mujer idealista venga a confundirte sobre el tema. Bien, pues, como tú quieras. El amor es un timo que solo sirve para vender perfumes y sábanas de raso. No sirve para unir a dos personas ni para asegurar el futuro de la humanidad. Tendrás tu matrimonio por poderes porque cumplo con mis obligaciones, pero me aseguraré de no incordiarte con mis sentimientos hacia tí porque, según tú, es imposible que sean verdaderos. ¿Estás satisfecho?
No le dió tiempo a contestar. Ella echó la silla atrás, tiró la servilleta sobre la mesa y se perdió en el interior del pabellón. Pedro oyó la puerta de su habitación cerrarse bruscamente. Menos mal que aquello era un retiro célibe porque, si no, la habría seguido y le habría enseñado lo que era la verdadera satisfacción. No lo hizo porque pensó que tendrían todo el tiempo del mundo después de la boda para ello. Debía hacerle comprender que, gracias a ella, había cambiado de parecer, debía decirle que sus sentimientos eran correspondidos. Solo así tendrían un futuro juntos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario