martes, 9 de febrero de 2021

Juego De Gemelas: Capítulo 36

 -Pedro, quiero pedirte perdón.


-No hace falta -contestó secamente.


-Sí, sí hace falta. No tenía derecho a pedirte explicaciones sobre la relación que había entre la madre de Nico y tú.


-Debería habértelo explicado antes de que te hubieras visto forzada a preguntar.


-No me refería a eso. Bueno, será mejor que hagamos como si esa conversación no hubiera tenido nunca lugar.


-¿Por qué?


-Porque... -se interrumpió a punto de decirle que quería que las cosas fueran como antes entre ellos. ¿Estaba dispuesta a admitir lo mucho que deseaba su cercanía, su pasión... su amor? -. No quiero discutir contigo. 


-Yo tampoco quiero discutir contigo.


-¿Me perdonas, entonces?


-Para perdonarte, tendrías que haber cometido algún error, pero ya te he dicho que el fallo ha sido mío.


-¿Eres siempre tan duro de pelar? -preguntó Paual furiosa porque él se mostrara tan civilizado.


-Si no fuera por Nico, te demostraría lo duro de pelar que puedo llegar a ser -contestó haciendo una referencia inequívoca.


A pesar de que el agua estaba fresquita, Paula sintió que ardía. Pedro bajó la mirada hasta sus pechos, casi al descubierto bajo el minúsculo biquini. Ella no se tapó ni se metió más en el agua. Aguantó la embestida.


-Tendré que darle las gracias a él, entonces -contestó ella mirando al niño.


-¿Tú qué dices, Nico? ¿Quieres conocer mejor a tu nueva madre?


Como si lo hubiera entendido, el bebé alargó los bracitos hacia ella y Paula lo agarró sin pensarlo dos veces.


-Te gusta, ¿Verdad? -le preguntó mojándole la barriguita y haciendo que se riera y diera palmas.


Pedro seguía observando.


-Se te da bien.


-Tengo experiencia, después de vivir en todos esos lugares del Pacífico -confesó.


-Tienes dotes maternales. Te vendrá bien para cuando tengamos hijos.


-¿Qué te hace pensar que tendremos hijos? -preguntó tan sorprendida que casi se le cayó Nicolás.


-Es la consecuencia natural que se produce cuando dos personas hacen el amor.


-Lo sé, pero no creí que...


-¿Que quisiera tener hijos en un matrimonio como el nuestro? Nunca tuve intención de que Nico fuera hijo único.


-Pero los niños deben nacer en un entorno de amor -apuntó Paula acelerada ante la idea de tener hijos suyos. 


-En Carramer, los matrimonios de conveniencia han tenido hijos durante siglos que han crecido con amor y cariño. ¿Quieres decir que no quieres tener hijos conmigo? -era lo que más deseaba en el mundo, pero no contestó-. Veo que tengo mucho que hacer para que cambies de opinión en cuanto a los hijos y al matrimonio. Será mejor fijar una fecha cuanto antes para la boda.


-Eso no cambiará nada -contestó testaruda.


-¿Estás segura? -preguntó inclinándose y besándola. 


Aquello, después de haber hablado de tener hijos, hizo que su deseo se disparara. Paula sintió una mezcla de sensaciones. Si no hubiera tenido al niño en brazos, habría salido corriendo y se habría alejado todo lo posible de Pedro. Debía ponerse en contacto con los Sloane cuanto antes y conseguir que la ayudaran a salir de allí. Lo malo era que, por muy lejos que se encontrara, no podría huir de sus propios sentimientos. 

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