martes, 4 de febrero de 2025

Compromiso Fingido: Capítulo 17

 —Sé que es un tema que nos afecta personalmente, pero estoy segura de que lo votantes se darán cuenta de que Martín Stewart es un mezquino y un mentiroso. Cambia de opinión sobre temas importantes cada dos por tres, según le indiquen las encuestas.


Florencia dejó de guardar la ropa para mirarla.


—Yo no estoy tan segura.


—Yo sí lo estoy. ¿Recuerdas cuando estuviste trabajando para él después de licenciarte? No tardaste ni dos meses en renunciar a ese empleo. Nos contaste que era horrible trabajar para él. Si tú te diste cuenta de ello con sólo diecisiete años, seguro que los votantes también lo hacen.


Florencia siguió metiendo ropa en la caja. Le pareció que estaba demasiado callada y eso no era común en ella. Su hermana siempre tenía algo que decir. Intentó que la mirara a los ojos.


—¿Qué pasa?


Florencia se dió la vuelta y vio que había dolor e ira en su mirada.


—No renuncié voluntariamente a ese trabajo, me echaron.


—¿Qué dices? ¿Por qué?


—Porque no quise acostarme con él…


Sus palabras la dejaron sin aliento. Se dejó caer en un sillón.


—Pero… Sólo tenías diecisiete años. Y él debía de tener entonces… Unos treinta, ¿No? 


—Sí, así es —contestó su hermana—. Me echó y, para colmo de males, acababa de pedirle que escribiera una carta de recomendación para poder entrar en esa escuela de arte en Atlanta a la que quería ir. Después de lo que pasó, llamó al centro y se encargó de que no me dieran la beca que necesitaba para matricularme allí.


—¡Florencia, es horrible!


Estaba conmocionada, pero también le dolía que su hermana no le hubiera contado nunca algo tan importante como aquello, algo que había cambiado su vida. No quiso echárselo en cara en esos momentos. Florencia, siempre vital y llena de energía, parecía más vulnerable que nunca. Además, no quería disgustarla más después de saber que estaba embarazada.


—No puedo creer que la tía Silvia no fuera a por él para colgarlo por los pies de algún árbol.


Se distrajo acariciando con la mano un jersey rojo de angora. No entendía cómo su fuerte hermana había soportado ese tipo de tratamiento.


—No se lo conté. Me sentía avergonzada. Además, tenía miedo de que nadie me creyera. Después de todo, mis padres habían sido unos estafadores. Más tarde, pensé que lo mejor era olvidarlo y dejarlo todo atrás. Puede que siempre pareciera más fuerte y extrovertida, pero a esa edad no era más que una fachada.


Volvió a abrazarla con cariño y no la soltó hasta que Starr dejó de temblar.


—Lo siento mucho, preciosa, siento que tuvieras que pasar por todo eso.


Florencia se separó y se limpió los ojos con las manos.


—Podría ir ahora a la prensa y contarlo todo, pero como soy tu hermana…


—Pensarían que te lo estás inventando todo para salvar la situación —terminó por ella.


—Eso es lo que me temo. Seguro que ahora entiendes mejor por qué he participado de manera tan activa en la campaña de Pedro Alfonso.


Todo se estaba enredando más de lo que nunca podría haberse imaginado. Sabía que sería muy injusto que Pedro perdiese las elecciones sólo por una noche de pasión entre dos adultos que habían consentido en ello, pero la vida no era siempre justa, ella lo sabía mejor que nadie. Tenía que hacer algo para arreglar todo eso, tenía que hacerlo por Florencia. La solución parecía estar justo delante de sus ojos. Tenía que hacerlo por su familia, por dos hermanas generosas que siempre habían cuidado de ella.


—No te preocupes, Flor. La prensa va a tener mucho de lo que hablar y Pedro no perderá estas elecciones.


—¿Qué quieres decir?


Inhaló profundamente para armarse de valor.


—No eres la única con una noticia importante. Pedro y yo nos hemos prometido. 

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