jueves, 27 de febrero de 2025

Compromiso Fingido: Capítulo 45

Había sido fácil fantasear con él. Estar con él estaba siendo mucho más excitante, pero también más complicado. Hubiera preferido que se tratara de un tipo normal con una vida aburrida e intrascendente. Paula se quedó mirando su anillo de compromiso y se lo quitó para ver cómo se sentía. Su mano parecía más desnuda que nunca. Hizo un puño para contenerse y no volver a colocárselo, aunque eso era lo que quería hacer. Levantó el anillo contra la luz del sol y se quedó mirando el diamante. Brillaba de manera distinta desde cada ángulo. Era como una representación de lo que era su vida en esos momentos. Tenía que tomar una decisión importante, pero esa decisión podía ser completamente distinta si miraba a las cosas desde un lado o desde el otro. Se encendió en ese instante el aire acondicionado y sintió el aire en su cuello como si fuera una caricia. No pudo evitar estremecerse y cerró la mano en la que tenía el anillo. Pero entonces sintió un beso en la nuca. 


-Hola, preciosa.


Intentó relajarse mientras se giraba en sus brazos.


—No te oí entrar.


—Estabas muy concentrada pensando en algo importante —le dijo Pedro mientras le acariciaba la frente—. ¿Cómo fue todo con tus hermanas?


Su pregunta la devolvió al presente, no podía creer que no hubiera estado pensando en Beachcombers, tal y como Pedro se había imaginado.


—Todo fue bien. Tenemos muchas cosas positivas en las que concentrarnos. Los investigadores del incendio nos han dicho que una vieja instalación eléctrica fue la causante del fuego. Así que no somos responsables y el seguro nos pagará todas las reparaciones. Podemos empezar a hablar con contratistas enseguida.


Pedro la besó en los labios y la abrazó con más fuerza.


—Me alegra saberlo. Estoy muy contento por ustedes tres.


Podía escuchar los latidos de su corazón y su aroma la envolvía por completo. Era demasiado peligrosos estar con Pedro en su dormitorio, no se le pasaba por alto lo cerca que estaban de su cama.


—Salgamos al salón. Ya sé que somos adultos, pero no me parece bien que tu madre nos encuentre aquí juntos.


Pedro reaccionó con una mueca.


—No digas tonterías —le dijo dando un paso atrás—. Además, mi madre acaba de salir. Así que relájate.


—No puedo hacerlo —repuso ella sintiendo más que nunca el peso del anillo en su puño—. Lo que quiero decir es que no puedo relajarme.


Pedro miró a su alrededor con gesto cómico.


—¿Es que aún están tus hermanas por aquí?


—No, se fueron hace media hora.


Respiró profundamente y decidió decírselo cuanto antes, sin tiempo para arrepentirse de ello. Abrió la mano y le mostró el anillo.


—No puedo seguir haciendo esto.


Pedro se quedó serio de repente.


—¿Qué quieres decir? —preguntó.


Levantó más el anillo para que lo viera Pedro. Le temblaba la mano. No sabía si estaba haciendo lo correcto, pero además tenía miedo de que su decisión beneficiara al adversario de Pedro. Pensó que lo mejor sería tratar de convencer a Florencia para que contase lo que le había pasado. Quizás así consiguiera además que otras víctimas de acoso hablaran de su experiencia con Martín Stewart. 

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