—Venga, hombre. A mí no me vengas con tonterías, sé sincero.
—¿Quién dice que no esté siendo sincero?
—¿De verdad te vas a casar con ella? —le preguntó su hermano.
—Yo no he dicho eso —repuso—. Sólo te he dicho que estamos prometidos. Es una persona muy especial y muy honesta. No se merecía lo que nos ha pasado con la prensa.
Intentaba quitarle importancia, pero no se sentía cómodo teniendo esa conversación. Sobre todo después de la noche que había compartido con ella. Sentía que muchas cosas habían cambiado, entre ellas, los planes que tenía para romper su compromiso después de las elecciones.
—Hermano, me da la impresión de que estás perdido —le dijo Federico sacudiendo la cabeza con gesto serio—. Lo único que te pido es que tengas cuidado.
Fue al escuchar a su hermano cuando cayó en la cuenta y supo por qué le estaba hablado así. Federico acababa de separarse de su esposa. Se habían casado demasiado pronto, siendo los dos muy jóvenes. Después habían madurado y descubierto que sus vidas crecían en direcciones opuestas. Federico parecía haber adelgazado bastante durante esos últimos meses y llevaba tanto tiempo sin cortarse el pelo que pronto lo tendría tan largo como Bautista. Pero lo que más le llamó la atención fue ver que aún llevaba puesta la alianza. La experiencia de su hermano le recordaba que la mala decisión de dos personas con buenas intenciones podía llegar a complicar mucho la vida de esa pareja. Le dolía no poder hacer nada para que Federico no sufriera tanto. Le dió una cariñosa palmada en el hombro.
—Lo tendré en cuenta. Por cierto, siento mucho todo por lo que estás pasando.
—Gracias —repuso Federico—. No quiero entrometerme en tu vida, sólo intento darte otro punto de vista, el punto de vista de los que estamos sufriendo un desengaño amoroso.
Apretó con fuerza el volante mientras pasaban al lado de un pelicano. Lamentaba no haber estado al lado de su hermano cuando él más lo podía haber necesitado. Había estado demasiado concentrado en su carrera política y en la preparación de la campaña electoral como para ayudarlo a pasar por el trance más doloroso de su vida. La nefasta experiencia matrimonial de su hermano era una señal de advertencia que no se le iba a pasar por alto. Estaba claro que la pasión y una corta relación amorosa no eran la mejor base para un matrimonio.
—¿Cuándo será por fin efectivo el divorcio?
—Este otoño —repuso Federico sin ningún tipo de emoción en la voz.
—Podrían pasar muchas cosas hasta entonces —le dijo.
Él era una prueba de que podían pasar muchas cosas en la vida de uno en muy poco tiempo.
—Yo creo que ya ha pasado demasiado. Todo lo que queremos es poder seguir con nuestras vidas y olvidarnos de todo lo que ha ocurrido durante estos últimos meses.
—Lo siento muchísimo. De verdad. Tenía la esperanza de que pudieran superarlo.
—Yo también, hermano, yo también —repuso Federico mientras se ponía las gafas de sol y miraba a otro lado.
Su lenguaje corporal no podía ser más claro. No quería seguir hablando del tema. Se quedaron en silencio. Sólo oían el sonido de los pájaros y del resto de criaturas que llenaban el campo de golf. Algún tiempo después, Federico volvió a mirarlo con una sonrisa algo forzada, pero sincera.
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