martes, 18 de febrero de 2025

Compromiso Fingido: Capítulo 34

Pedro y Paula pasearon por su playa privada al volver de la fiesta. No podía quitarse de la cabeza que había ido demasiado lejos al decirle a Paula algo tan sugerente antes de abandonar la fiesta esa noche. Quería tener con ella una aventura, pero se daba cuenta de que no iban a tener demasiado tiempo. Estaba convencido de que ella saldría huyendo de ese estilo de vida en cuanto tuviera una oportunidad. Pero todos los besos y caricias que habían tenido que fingir en beneficio de la prensa y los votantes estaban haciendo mella y apenas podía controlar su libido. Le había sugerido dar un paseo por la playa antes de retirarse porque había creído que era la mejor manera de refrescarse un poco antes de acostarse. Sabía que iba a ser una noche muy larga, otra noche que pasaría solo. Deseaba tenerla en su cama, pero sabía que ella sería lo bastante inteligente como para pararle los pies si llegaba el caso. Paula salió corriendo hacia las olas. Riendo mientras saltaba en el agua. La brisa hacía que su chal dorado ondeara y sólo tenía ojos para el tentador cuerpo que ese vestido realzaba de forma sugerente. No había dejado de soñar con esas curvas y sus manos se morían por recorrerlas de nuevo. Se subió la falda del vestido para no mojarla, dejando sus piernas al desnudo hasta medio muslo. Corrió un poco más y después se giró hacia él. Llevaba la melena suelta y le caía salvaje sobre los hombros. 


—¿De qué solías disfrazarte en Halloween cuando eras pequeño?


Su pregunta le sorprendió más que ninguna de las que le habían hecho los periodistas más versados durante esos días de campaña. Se imaginó que tampoco le ayudaba que su mente estuviera en esos momentos completamente bloqueada por culpa de esa mujer.


—¿Cómo? Estoy acostumbrado a preguntas de todo tipo, pero la tuya me ha descolocado por completo, la verdad.


—Entonces supongo que ha sido una pregunta muy buena —repuso ella entre risas—. Es que me estoy dando cuenta estos días de que apenas nos conocemos. Y eso podría ser un problema si nos entrevistan. Por eso te lo he preguntado. Háblame de tu infancia y de cómo celebrabas esas fiestas.


Se quedó callado y pensó en las fotos que su madre guardaba en decenas de álbumes.


—De policía. Me vestía de policía en Halloween.


—¿Y de qué más?


Se quedó pensativo un momento. Después negó con la cabeza.


—Siempre de policía. De nada más. A mi madre le sacaba de quicio. Se empeñaba en hacernos ella misma los disfraces cada año, pero yo siempre le pedía el mismo. Sólo iba cambiando la talla.


—Si querías ser policía, ¿Por qué te metiste en política?


—Y ¿Quién ha dicho que quisiera ser policía de mayor? Sólo porque me disfrazara así de pequeño no quiere decir que… Bueno, de acuerdo, supongo que tu pregunta es lógica. Pero es que los Alfonso nos dedicamos a la política; está unido al apellido. Lo natural era que siguiera por ese camino.


—Pero tu padre estuvo en las Fuerzas Aéreas antes de hacerse senador —le dijo Paula mientras se apartaba el pelo de la cara—. Y tus hermanos han elegido carreras muy distintas.


—Es verdad —repuso él mientras recordaba su infancia y cómo se disfrazaban—. Pero, de un modo u otro, lo que queremos es servir a nuestro país.


—Eso lo podías haber hecho también como policía.


—Mi padre murió…


Noto que Paula aminoraba el paso para quedarse a su lado. No le tocó, pero estaba presente, muy presente.


—Supongo que sería muy duro para tí.


—No llegó a terminar la legislatura…


Le parecía muy triste el concepto de dejar algo inacabado. Su padre no había podido concluir su tiempo en el Senado y Brenda no llegó nunca a recoger su título de licenciada. El suyo fue un compromiso que nunca llegó a realizarse frente a un altar. 

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