—¿Quién es ella? Creo que tengo derecho a preguntar, aunque sólo sea la falsa prometida.
Pedro se apartó de ella y se acercó a la ventana.
—Fue alguien que conocí en la universidad, Brenda —repuso él con extrema seriedad—. Nos prometimos enseguida, fue todo muy rápido. Pero, antes de que pudiera siquiera presentársela a mi familia, Brenda murió.
Se le encogió el corazón al escucharlo.
—Lo siento muchísimo —le dijo ella mientras acariciaba su hombro—. Sería horrible perderla.
Sabía mejor que nadie lo difícil que era superar algo así. Ella había arrastrado desde su infancia el abandono de sus padres.
—Sí, fue horrible —repuso él.
Parecía muy tenso y no sabía cómo hacer que se sintiera mejor.
—¿Qué le pasó? —preguntó ella.
—Tenía un problema de corazón, algo de nacimiento que nadie detectó — explicó Pedro mientras se pasaba las manos por la cara.
—Está claro que la querías mucho —le dijo.
Una parte de ella quería consolarlo. Pero la otra parte le decía que ella merecía que la amaran con la misma intensidad. No podía conformarse con ser su amante ni su segunda mejor opción. Se apartó de su lado y dejó sobre la mesita de noche el anillo de compromiso. Un anillo que había concentrado un montón de bellos sueños que no iban a poder realizarse.
—Lo siento, Pedro. Pero así es como tiene que terminar…
El teléfono, también en la mesita, comenzó a sonar y no pudo evitar sobresaltarse. Pedro dudó un segundo. Siguió mirándola a los ojos y ella le hizo un gesto para que contestara al teléfono. Decidió que llamaría a una de sus hermanas para que fuera a recogerla. Se imaginó que aún estarían cerca de allí.
—Residencia de los Alfonso —saludó Pedro al tomar el auricular.
Iba ella a tomar el teléfono móvil para llamar a Florencia cuando algo en la cara de Pedro la detuvo. Parecía enfadado y fruncía el ceño. Agarró entonces el mando a distancia y lo dirigió hacia el televisor.
—De acuerdo, sí, Leandro. Estoy encendiéndolo.
No sabía de qué hablaban, pero se temía lo peor. Alguna otra cosa sobre ellos que pudiera hacerles daño. Sabía que más fotos de ellos no tendrían valor ahora que estaban prometidos, pero Pedro parecía muy disgustado. Apareció en la pantalla un informativo. En una esquina superior de la pantalla, detrás del locutor, había una foto en la que se veía a Pedro en un campo de golf… Y abrazando a una joven y atractiva rubia.
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