—Vamos a mi dormitorio. He estado separando alguna ropa que puede servirte hasta que puedas comprarte más. Tú eres más alta, pero creo que he encontrado algunas cosas que te sentarán bien.
Entraron en la habitación y se quedó perpleja al ver lo que Florencia había hecho. Parecía haber sacado toda la ropa de sus armarios y había tantos montones por todo el dormitorio que apenas había espacio para pasar, era como un mercadillo.
—Eres demasiado generosa, te has tomado muchas molestias.
—No te preocupes —repuso Florencia mientras se acariciaba el estómago—. Después de todo, dentro de nada no voy a caber dentro de esta ropa. Por cierto, no tengo la gripe.
Se quedó con la boca abierta. Se sentía muy feliz por su hermana, aunque también un poco celosa.
—¿Estás embarazada?
Florencia asintió con la cabeza.
—De dos meses y medio. David y yo no se lo hemos contado aún a nadie. Habría comentado algo antes, pero estaba tan conmocionada con la noticia que me ha costado hacerme a la idea. No queríamos tener hijos tan pronto, pero la verdad es que estoy muy contenta.
—¡Felicidades! —exclamó mientras la abrazaba de nuevo—. Estoy tan feliz por tí.
Y era cierto. Sus dos hermanas habían empezado a construir sus vidas y estaban formando sus propias familias. Se sentía feliz por ellas, pero también añoraba tener lo mismo. Esperaba que llegara algún día y soñaba con encontrar a un hombre que le pidiera que se casara con ella por amor, no por razones prácticas o para acallar a los medios de comunicación.
—Bueno, ¿No tienes nada que contarme? —le dijo entonces su hermana.
—¿Qué?
Florencia fue hasta su cama y tomó un periódico que había sobre ella.
—¡Dios mío, chica! No podía creer lo que estaba viendo. ¿De verdad te has acostado con Pedro Alfonso?
—Gracias por el voto de confianza.
Sabía que no era el tipo de mujer que solía acompañar a un hombre como Pedro, pero le dolía oírlo por boca de su hermana. Por eso no creía que la prensa fuera a tragarse que había algo serio entre ellos aunque anunciaran que estaban comprometidos.
—Me ha sorprendido porque no sabía nada. No tenía ni idea de que se conocieran tan bien —repuso Florencia mientras buscaba las fotos más escandalosas—. Aunque, viendo estas imágenes, me he dado cuenta de que me has estado ocultando muchas cosas. No entiendo cómo no me contaste nada cuando te llevé la ropa al hospital —añadió con algo de dolor en su tono.
—Lo siento. Tienes razón, pero es que no nos conocemos tan bien. Ya has leído todo lo que hay que saber. No hay nada más. Nos hemos visto de vez en cuando para preparar cenas y reuniones relacionadas con la campaña electoral. Lo de esa noche fue… Bueno, fue algo…
—¿Espontáneo?
—Creo que ninguno de los dos nos paramos a pensar.
—Bueno, me alegra que tú estés bien.
—¿Qué quieres decir?
—Que esto puede ser un duro golpe para Pedro. Todo está muy igualado en las encuestas —comentó Florencia mientras tomaba un montón de camisetas que había pintado ella misma—. Espero que su oponente no consiga sacar partido de esto en un momento en el que unos pocos votos pueden marcar la diferencia. Hay temas muy importantes en juego. Ya sabes que Martín Stewart no tiene muy buena reputación, durante su legislatura redujo drásticamente los fondos de las agencias de adopción y acogida de niños.
Habían estado siguiendo de cerca las elecciones y las tres hermanas habían apoyado desde el principio a Pedro Alfonso, era el candidato que más importancia daba la situación de los menores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario