martes, 28 de enero de 2025

Compromiso Fingido: Capítulo 9

 —Me alegra ver que tienes todo bajo control.


Pedro, lleno de seguridad y con el mismo aire honesto de siempre, se levantó de la cama.


—Leandro Davis, mi director de campaña, es uno de los…


Levantó una mano para que no siguiera hablando.


—¡Genial! No me sorprende en absoluto ver que pueden ocuparse de todo.


Pedro la miró sin entender su tono.


—¿Pasa algo? Pensé que te aliviaría ver que nos estamos encargando de minimizar los daños.


«¿Minimizar los daños?», se repitió ella. No podía creer que lo que habían compartido la noche anterior fuera para él algo de lo que debía ocuparse su director de campaña. Estaba furiosa. Pero lo último que quería era que Pedro se diera cuenta de hasta qué punto le habían herido sus palabras. Pensó en alguna otra cosa que pudiera justificar su reacción.


—Tengo miedo de volver de nuevo a Beachcombers y ver cómo está todo. Pero, por otro lado, estoy deseando ir y empezar a organizarlo todo. Es un verdadero alivio ver que al menos no tendré que preocuparme por lo que va a decir la prensa.


Hablaba deprisa y sin pensar, pero creía que era mejor eso que tener que soportar un incómodo silencio o perder del todo los papeles y pegarle un puñetazo.


—Bueno, entonces eso es todo… —añadió ella a modo de conclusión.


Pero Pedro no se movió. Seguía mirándola con el ceño fruncido. Y, a pesar de su enfado, su corazón comenzó a galopar en su pecho. Ese hombre destilaba seguridad y sinceridad por los cuatro costados. Y además era extremadamente atractivo, pero no se sentía atraído por ella. No entendía por qué estaba tan enfadada con él. Había sido una aventura de una noche, algo impulsivo, sabía que la gente hacía cosas así todo el tiempo. Pero ella no. Nunca le había pasado. Tenía experiencia, no mucha, pero algo sí. A pesar de todo, Pedro había conseguido estremecerla y le había hecho sentir cosas que no creía posibles. Necesitaba que saliera de allí, no podía soportar tenerlo tan cerca.


—Quiero agradecerte de nuevo que te pasaras a verme, pero ahora… Bueno, tengo que secarme el pelo.


Sabía que era una excusa nefasta, pero fue lo primero que se le ocurrió. Pedro se masajeó la zona que rodeaba su herida en la sien.


—Prométeme que tendrás mucho cuidado y que no entrarás a Beachcombers hasta que los técnicos le den el visto bueno y te certifiquen que la casa es segura.


—Lo prometo —repuso ella—. Ya puedes irte.


No entendía por qué no se iba ya de allí. Deseaba que saliera de la habitación y volviera por fin a la mansión familiar de Hilton Head.


—En cuanto a lo de esta mañana… —comenzó él con algo de embarazo—. Sigues pensando lo mismo, ¿No?


Sus palabras desataron las alarmas en su interior, no podía creer que le diera tanta lástima como para imaginarse que esa noche de pasión había significado para ella más de lo que quería admitir. Rezaba para que Pedro no dijera nada más porque no sabía si podría controlarse y no darle después de todo el puñetazo que se merecía. 

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