jueves, 9 de enero de 2025

Prisionera De Tu Amor: Capítulo 51

 –Muy bien. Si tienen una relación íntima, hay algo que debe saber. En cuanto a las lesiones, ha tenido mucha suerte. Escapó de aquellos caballos solo con la espalda magullada. Podía haber sido mucho peor.


A Pedro se le contrajo el corazón solo de pensarlo.


–Sin embargo, hay algo más –dijo el médico con un hondo suspiro–. Me temo que no hemos podido salvar al bebé. Ella no sabía que estaba embarazada, así que imagino que también es una noticia para usted. Solo estaba de pocas semanas. No hay forma de saber seguro cuál fue la causa del aborto, puede haber sido por la caída o por el estrés. De todas maneras, no hay razón para que no pueda quedarse embarazada de nuevo y tener un bebé sano.


Minutos después, Pedro estaba en la puerta del hospital, ajeno a las miradas de curiosidad que suscitaba. La cabeza le daba vueltas. Ella había estado embarazada. Había estado a punto de ser padre y, en un instante, lo había perdido todo. Se había pasado toda la vida diciéndose que no quería tener una familia y, sin embargo, lo único que sentía ante la pérdida era un profundo dolor. Solo se había sentido así dos veces en su vida, cuando había encontrado el cuerpo sin vida de su madre y cuando Francis Fortin había muerto. Se había jurado a sí mismo, entonces, no dejar que nadie se le acercara tanto como para hacerle daño. Aun así, la pena que sentía por ese bebé no nacido delataba que se había estado engañando. Se había negado la posibilidad de tener hijos solo para protegerse a sí mismo de la tristeza potencial de perderlos. En realidad, su corazón anhelaba tener una familia. Nessa. Ella era su familia, a pesar de la pérdida del bebé. Allí, en las escaleras del hospital, la visión del mundo cambió de golpe para él. En ese instante, fue cuando supo que solo había una cosa que quería hacer.


A Paula le dolía la espalda y, sobre todo, el vientre. El lugar que había albergado a su bebé. Un bebé del que ni siquiera había sido consciente. Era algo cruel enterarse de que estaba embarazada y, al mismo tiempo, ya no lo estaba. ¿Pero cómo podía dolerle tanto algo que había sido tan efímero? Era por Pedro. Porque había soñado con un final feliz con él, con una familia. Acongojada, apretó los párpados para contener las lágrimas. Entonces, el sonido de la puerta la sobresaltó.


–Paula.


Antes de mirarlo, ella respiró hondo, tratando de recuperar la compostura. Cuando giró la cabeza hacia él, supo al instante que él lo sabía. El médico se lo había dicho. Pedro llevaba el traje arrugado, la corbata desatada, la camisa con los botones superiores abiertos. Sus ojos eran tan oscuros que Nessa creyó que podía ahogarse en ellos.


–No sabía nada del bebé –se apresuró a explicar ella.


–Lo sé.


–¿Lo sabes? ¿Estás seguro de que no lo hice a propósito para atraparte? –le espetó ella, incapaz de contener las emociones que bullían en ella como en una olla a presión.


–En una ocasión, podía haber sospechado algo así –admitió él con gesto de sufrimiento–. Pero ahora te conozco mejor.


–No, no me conoces. No tienes ni idea de qué quiero.


Pedro se sentó en el borde de la cama, mirándola con intensidad.


–¿Qué quieres, Paula?


–Quiero que te vayas. Mi hermano va a venir desde Dublín para llevarme a casa mañana por la mañana.


–Hemos perdido a nuestro bebé, Paula. Tenemos que hablar de esto –dijo él, tiñendo sus palabras de una honda emoción.


–Yo he perdido al bebé, Pedro. No finjas que te habría gustado ser padre.


Él se puso en pie con mirada ardiente.


–¿Qué estás diciendo? ¿No me lo habrías contado?


–No lo sé. No tuve que tomar esa situación –reconoció ella.


–¿Te habrías deshecho de él?


–No –negó ella de inmediato, sin pensarlo, llevándose las manos al vientre.


Pedro se relajó un poco. Se pasó la mano por el pelo. La miró.


–No te negaré que la noticia me tomó por sorpresa. Y no te culpo por pensar que no querría al bebé. Siempre he dicho que no quería tener una familia. Pero ahora las cosas son diferentes. 


A ella se le aceleró el corazón de golpe.


-¿Qué quieres decir?


-Creo que deberiamos casamos.

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