martes, 24 de enero de 2023

Desafío: Capítulo 7

A la mañana siguiente, Paula salió al porche esperando que el aire fresco le quitase el mareo. Lo que no esperaba era encontrar a la hija de Federico Alfonso, Catalina, sentada en los escalones.


—Hola, buenos días.


La niña, de cuatro años, levantó la mirada.


—Hola, señorita Paula.


Bajo una cazadora azul llevaba un jersey rosa y pantalones de pana, con botitas.


—¿Se acuerda de mí? Soy Catalina. Vivo en esa casa —dijo la niña, señalando una casa grande a unos doscientos metros.


—Claro que me acuerdo de tí —sonrió Paula—. ¿Qué haces levantada tan temprano?


—Voy a montar a mi pony, Daisy. Mi padre va a llevarme… pero no sé dónde está. ¿Está dentro con el tío Pedro?


—No, pero tu tío está despierto. ¿Quieres entrar?


La niña negó con la cabeza, con una mezcla de miedo y tristeza en los ojos.


—No le caigo bien.


—¿Qué? Eso no es verdad, Catalina. Lo que pasa es que tu tío tuvo un accidente y lo está pasando mal. Pero pronto volverá a estar contento.


—¿Entonces le caeré bien?


—Yo creo que ya le caes muy bien —intentó convencerla Paula—. Pero dale un par de semanas para que se recupere y podrás venir a visitarlo cuando quieras.


La niña sonrió.


—Eres muy guapa… ¿Tú tienes niñas?


Ella negó con la cabeza mientras se llevaba una mano al abdomen.


—No, aún no.


Rezaba para que su niño naciera sano. No tenía padre, pero si sobrevivía a aquellos meses con Pedro, ganaría dinero suficiente para tener a su hijo y estar sin trabajar durante un tiempo. Entonces, una voz de hombre llamó su atención y ambas volvieron la cabeza hacia el establo. Al ver a Federico, la cara de Catalina se iluminó y salió corriendo para echarse en sus brazos. Eso la hizo pensar en su padre, Miguel Chaves. Paula se avergonzaba un poco de no haberle dicho a sus padres que iba a tener un hijo… Con un hombre al que ellos no conocían y con el que no se había casado. Sabía que se llevarían un disgusto porque era la única chica de la casa. Ella, que fue la primera Chaves en tener un título universitario, pensaba casarse, pero todo cambió tras el accidente de Thiago. Y unos días después de su muerte descubrió que estaba embarazada. Por eso necesitaba aquel trabajo, para no depender de sus padres. Aunque tendría que contárselo. Poco a poco, el embarazo iba notándose y su secreto no tardaría mucho en descubrirse. Volvió a entrar en la casa que iba a ser su hogar durante un tiempo. Pero, ¿Qué pasaría si Pedro Alfonso descubriera que estaba embarazada?, se preguntó. Al menos, no tendría que preocuparse por una posible atracción entre ellos. La mayoría de los hombres salían corriendo al ver una mujer embarazada. Una pena que ella no pudiera decir lo mismo. Él era un hombre muy guapo. Y muy peligroso. Definitivamente, debía mantener las distancias… Pero cuando se abrió la puerta del dormitorio y apareció Pedro, se quedó un momento sin aire. Tendría que convencerlo para que se pusiera más ropa, pensó, observando su torso desnudo. Embarazada o no, sus hormonas enloquecían al ver a aquel hombre.


—¿Qué hay de desayuno?


—¿Tienes hambre?


—Si vamos a trabajar esta mañana, necesito nutrirme, ¿No?


Paula sonrió, acercándose a la cocina para hacer unos huevos revueltos. Durante el desayuno apenas hablaron y su paciente se concentró en la comida, lo cual era una buena noticia. Pero Pedro se detuvo un momento para observar a «Su sargento». Paula tenía ojeras y seguramente era culpa suya. No había sido precisamente amable con ella… Aunque había encontrado la forma de convencerlo para que hiciese rehabilitación. Desde luego, él no podía decirle que no a un reto.

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