martes, 31 de enero de 2023

Desafío: Capítulo 13

 —Tienes razón, Pedro. Tu hermano no tiene derecho a dirigir tu vida. Pero al menos puedes librarte de uno de los problemas.


—¿Qué quieres decir?


—Tu fisioterapeuta. No te preocupes, me iré mañana por la mañana.


Había metido la pata hasta el fondo. Pedro llamó a la puerta de su habitación, pero Paula no contestó.


—Paula, ¿Podemos hablar?


No hubo respuesta.


—Por favor, ha sido un malentendido. Abre la puerta y te lo explicaré.


Tampoco hubo respuesta entonces. Pero no podía dejar que se fuera así, pensó, empujando la puerta. Paula estaba de espaldas, haciendo la maleta.


—Paula, por favor… No quiero que te vayas.


—Has dicho que no querías un fisioterapeuta —murmuró ella, sin mirarlo.


—Es que estaba enfadado con Federico por manipularme. Siempre consigue convencerme para que haga lo que a el le parece.


—No creo que él te subiera a aquel toro, ¿No?


—Claro que no. Pero quiere que sea su socio en el rancho, quiere que conozca a los Ramírez y forme parte de la familia…


Paula se volvió entonces.


—¿Y qué quieres que haga yo, que te dé la razón?


—Yo tengo mi propia opinión…


—No entiendo por qué te parece tan grave. Es tu familia, Pedro. ¿No sabes cómo te quiere tu hermano? Él intenta ayudarte y tú te portas como un niño enrabietado.


—Estoy de acuerdo.


—Y culpas a todo el mundo por tu accidente.


—Muy bien, de acuerdo, tienes razón.


—¿Sabes lo que pasa? Que estás acostumbrado a salirte con la tuya cuando estás encima de un toro, pero ahora tienes que considerar otras cosas.


—¿Qué quieres, mi sangre? —le espetó Pedro entonces—. Ya te he dicho que tienes razón.


—¿En serio? —preguntó ella, sorprendida.


—Sí, me he portado fatal con Federico. ¿Vas a quedarte? ¿Me ayudarás a caminar otra vez?


Paula estaba tan perpleja que no sabía qué decir. Como le pasaba tantas veces con aquel hombre. Si fuera un poco lista, se marcharía de allí lo antes posible. Pero no podía hacer eso. Sabía que podía ayudarlo a caminar de nuevo, que podía devolverlo a la vida… Y, con un poco de suerte, no volvería al rodeo.


—¿Y tus otros hermanos? Yo creo que tienes que hablar con ellos.


—Lo haré, lo haré —le prometió Pedro—. Entonces, ¿Te quedarás?


—Depende. Si cambias de actitud…


—Lo intentaré.


Paula se dijo a sí misma que era por el dinero y por su hijo.


—Muy bien. Me quedaré.


Pedro sonrió y ella tuvo que hacer un esfuerzo para no derretirse. Estaba metida en un buen lío si no encontraba la forma de controlar su corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario