martes, 22 de febrero de 2022

A Mi Medida: Capítulo 33

 -El mes que viene. ¿Qué me dices, Paula?


—Que ya se lo podían haber propuesto antes —contestó Pedro—. Paula está muy ocupada en estos momentos.


—¿Por la boda de Isabella? Confieso que, precisamente por eso, quiero que seas una de las conferenciantes. Será bueno para tí y para la universidad.


—¿Qué pasa? ¿Te ha fallado algún ponente a última hora? —preguntó Paula.


Damián sonrió y levantó las manos.


—Siempre me pillas —admitió—. Sí, ha fallado una persona, pero, por favor, no tires por la borda una oportunidad como esta por orgullo. Da la conferencia y todos saldremos ganando. ¿Te parece mal aprovechar la boda de tu hermana para dar un empujón definitivo a tu carrera? Ella no se lo pensaría dos veces y lo sabes. Paula, los dos sabemos que te debo mucho y espero que esta oportunidad que te brindo sea el principio del pago de mi deuda —concluyó levantándose—. Piénsatelo.


—No… —se interrumpió al ver la cara de Pedro.


Le iba a decir que no tenía nada que pensarse, que la respuesta era no porque no quería tener nada que ver con él, pero…


—No sé qué decir.


—¿Por qué no lo hablas con tu madre? Es una mujer inteligente y ambiciosa que quiere que sus hijas lleguen alto. Seguro que ella entiende lo importante que esto podría ser para tí. No tardes en contestarme, ¿De acuerdo? —concluyó—. Gracias por el café —añadió mirando a Pedro—. ¿Ese todoterreno es suyo? —le preguntó al llegar a la puerta.


—De mi empresa.


Damián sonrió y fue hacia su deportivo nuevo.


—En un par de semanas te llegará el programa, Paula. Llámame y quedamos para comer.


Paula cerró la puerta y se quedaron en silencio.


—Así que ese era el hombre del chocolate, ¿Eh? —apuntó Pedro.


—Lo has desconcertado —rió Paula dolorosamente—. El amable, dulce y guapo de Damián Jackson desconcertado.


—No es profesor, ¿Verdad?


—No, es el jefe del Departamento de Arte.


—Debe de ganar mucho porque el abrigo que llevaba…


—Tiene buen ojo para la pintura. Sabe reconocer lo que va a triunfar, así que compra barato a los alumnos y vende caro cuando ya se han hecho un nombre —contestó Paula encogiéndose de hombros—. Y siempre se hacen un nombre. Lo adoran.


Se bebió el café, sin leche ni azúcar, pero su cuerpo quería chocolate tanto como en otros momentos de su vida había querido a Damián Jackson. Ambos perjudiciales para su salud.


—Creí que querría que lo invitara a la boda de Bella. Este hombre no deja de sorprenderme —comentó pensando en la cantidad de cosas de chocolate que había en el coche de Pedro.


—¿Lo vas a hacer?


—¿El qué? Ah, ¿La conferencia? —se encogió de hombros avergonzada porque le apetecía realmente darla y había estado a punto de decir que no solo por fastidiar a Damián. 


Ya había pasado un año y seguía doliéndole su traición, pero no podía permitir que aquello influyera de forma negativa en su carrera.

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