jueves, 3 de febrero de 2022

A Mi Medida: Capítulo 13

Para que el padrino no se llevara una decepción y para que Damián se arrepintiera de haberla dejado. Y, sobre todo, para que los demás dejaran de tenerle lástima.


—Es eso lo que quieras, ¿Verdad?


Paula se encogió de hombros. Tal y como él lo había dicho, le había parecido frívolo. Quería algo más. Volver a sentirse segura de sí misma, pero decirle aquello a su entrenador personal era como desnudarse y no estaba dispuesta.


—Te prometo no quejarme —contestó.


—Muy bien. ¿Te importa levantar los brazos para que terminemos cuanto antes?


Paula tomó aire y obedeció. Cerró los ojos y sintió sus brazos alrededor de su cuerpo. Hacía mucho tiempo que no tenía a un hombre tan cerca. Tocándola. Más de un año. Sintió su aliento a pasta de dientes en la mejilla, mezclado con todo tipo de matices masculinos que despertaban en ella cosas que había enterrado hacía tiempo.


—Ya puedes respirar —anunció Pedro de repente.


—Perdón, me estoy comportando como una niña pequeña.


—Te entiendo, pero me temo que cuando decimos que somos entrenadores personales es porque lo somos de verdad. ¿A que no le dices cuánto pesas de verdad ni a tú mejor amiga?


Paula sonrió con amargura.


—Creo que ambos sabemos que no me lo confieso ni a mí misma.


—Te prometo que todos tus secretos están a salvo conmigo.


—Si tú lo dices.


—Te tengo que hacer un par de fotografías —anunció Pedro haciendo unas anotaciones y abriendo otro cajón—. Si encuentro la cámara, claro.


—Yo tengo una —contestó Paula decidida a acabar con aquello cuanto antes—. Toma. Es digital, pero te imprimiré una copia en casa.


—Buena cámara.


—Sí, la utilizo para trabajar.


—Muy bien, haremos las fotos fuera. Vamos a dejar tu bolso en una taquilla y, luego, iremos a dar un paseo.


—¿Un paseo? ¿Andando? ¿No vamos a correr? Andar se me da muy bien.


—Me alegro. Espero que sea cierto.


En cuanto se giró hacia la taquilla, Paula le sacó la lengua. Infantil, sí, pero se sentía mejor.


—¿Y tú puedes andar bien? —le preguntó viéndolo masajearse la pierna.


—Si no puedo, ya te lo diré —contestó él secamente.


—¿Qué te pasó? —le preguntó andando a su lado.


—Me caí y me cayeron encima seis hombres —contestó Pedro—. No fue adrede, son cosas que pasan en el deporte.


—¿Qué deporte?


—Rugby.


Paula lo miró con cara de dolor.


—Ganamos —apuntó Pedro.


—Supongo que entonces mereció la pena.


—Al principio eso pensaba yo.


—¿Hasta que te diste cuenta de lo grave que era?


Pedro se encogió de hombros.

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