martes, 1 de febrero de 2022

A Mi Medida: Capítulo 10

Él no conocía al equipo y, además, si Paula quería conseguirlo iba a necesitar a alguien con dedicación absoluta para ella. No había ningún entrenador personal que pudiera hacerlo. Solo él. Era el único que tenía tiempo y el único del que se podía fiar en cuanto a la discreción. Así estaría ocupado.


—Muy bien, será mejor que nos pongamos manos a la obra cuanto antes porque tenemos mucho que hacer si queremos que la recompensa del señor Gray esté a la altura de las circunstancias —anunció.


Paula dejó de sonreír y lo miró enfadada. Mejor. La adrenalina era buena.


—Vamos a medirte y a pesarte y a hacer unas fotos.


Paula puso cara de terror.


—No te va a doler, te lo prometo.


—Qué sabrás tú.


Pedro recordó las imágenes que la prensa había publicado años atrás de él abandonando el terreno de juego en una camilla. Cómo odiaba verse así, con la pierna destrozada.


—Lo sé —le aseguró pensando en lo mucho que aquella fotografía le había servido para recuperarse después de las operaciones—. Es para que la pongas en la puerta de la nevera. Así recordarás todo esto cuando Marcos Gray no sea más que un recuerdo para contar a tus nietos.


—Gracias, pero prefiero poner una de él, que es más guapo.


—Como quieras —contestó Pedro negándose a piropearla. Iba a tener que trabajar duro si quería oír palabras de elogio—. Por aquí… —añadió levantándose y yendo hacia la puerta.


—Un momento… ¿Me estás diciendo que…? ¿Vas a ser tú mi entrenador personal?


—¿No quieres? Me temo que, al no estar Nadia…


—¡Liposucción! —exclamó Paula de repente.


Pedro no dijo nada.


—¿No te parece buena idea?


—Me temo que no. Succionar la grasa solo sirve si está concentrada en un solo lugar. Tú solo tienes que tonificar, pero el cuerpo entero.


—¿Solo? ¿Te haces una idea de cuánta carne tengo?


—Ahora lo voy a averiguar. Si haces todo lo que te diga y no comes chocolate, hamburguesas con queso y donuts… —dijo Pedro mirando los comentarios de Jimena.


—¡Dame eso! —exclamó Paula abalanzándose sobre él—. ¡No sé qué habrá escrito Jimena, pero es todo mentira!


Pedro apartó el formulario y la sujetó de la cintura. Al hacerlo, le llegó el aroma de su gel y su champú. Era la segunda vez que la tenía tan cerca. Y le gustaba. Tenía algo que lo atraía, algo femenino que no tenían las escuálidas modelos a las que estaba acostumbrado.


—Dieta equilibrada y un poco de deporte —le dijo—. Así, el señor Gray quedará prendado de tí.


No era cierto que fuera a ser solo un poco de deporte, pero no quería asustarla. Lo que no quería era que se apartara porque la tenía tan cerca que sentía sus pechos en el torso. La soltó a regañadientes decidiendo que ella estaba pensando en Marcos Gray y no en un ex jugador de rugby lesionado.


—¿De verdad quieres aparecer en portada sobre un titular que diga: Marcos Gray cae rendido a los pies de la hermana de la novia?


—¿No te parece bien?


No le parecía mal que quisiera adelgazar, pero el motivo, sí. Sin embargo, Paula Chaves era una adulta. Si quería hacer el tonto, no era asunto suyo. Él estaba allí para sacarle provecho a la situación.


—¿Por qué no me va a parecer bien? Quieres ponerte en forma, ¿No?


—Pero no te parece bien que lo haga por el padrino, ¿Verdad? Es curioso cómo cuando es un hombre el que quiere ligar, todo está permitido, mientras que cuando es una mujer…


—Mira…


—No, mira tú, señor Alfonso…


—Pedro —la corrigió.


—Muy bien, Pedro. Quiero que hagamos un pequeño ejercicio de imaginación, ¿De acuerdo? Quiero que te imagines el mismo escenario, la súper boda, pero esta vez vas a ser tú el padrino.

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