martes, 24 de agosto de 2021

Conectados: Capítulo 35

Era evidente que Paula tenía su orgullo. Le recordaba a él. Probablemente era uno de los motivos por los que había sentido una fuerte conexión con ella desde el día en que se habían conocido. Y cada vez que volvían a verse tenía la impresión de que esa conexión no hacía sino intensificarse. Aquel pensamiento lo inquietó un poco – ¿Estaba empezando a gustarle demasiado Paula?–, y sin casi darse cuenta dejó caer los brazos y dió un paso atrás.


–Volvamos dentro; empieza a hacer frío –instó a Paula.


Ella parecía un poco aturdida por que se hubiera apartado de pronto de ella, pero no dijo nada y lo siguió dentro.


–Así que no quieres endeudarte… –murmuró mientras se sentaban en el sofá–. Bueno ya sabes cómo me gustan los retos – añadió. Entornó los ojos, y al instante siguiente esbozó una amplia sonrisa–. Espera, se me ocurre otra idea que no te costará ni un penique, y que puede que sea lo que necesites para echar a andar tu negocio. Me estaba acordando de lo que me dijiste en la piscina de mis «Dotes» de profesor; es verdad que disfruto enseñando. Podría ayudarte con tu plan de negocio, enseñarte qué cosas necesitarías para ponerlo en marcha: Una página web, cómo promocionarte…


Ella se quedó mirándolo con una ceja enarcada.


–¿Y tendría que llevar un bañador?


Una sonrisa lobuna iluminó el rostro de Pedro, que la recorrió de arriba abajo con la mirada.


–Tal vez no; me distraerías. Bueno, ¿Qué me dices? ¿Crees que podrías sacar una o dos horas al día para que te dé unos consejos? 




De: Pau_Cahves@constellationofficeservices.com


Para: Sofi@saffronthechef.net


"Gracias otra vez por dejar que me ponga tu vestido rojo para la entrega de premios de esta noche. Me queda perfecto, pero estoy otra vez hecha un manojo de nervios. ¿Qué voy a hacer, Sofí? ¡Habrá cámaras de televisión y fotógrafos! Pedro está decidido a presentarme a la mitad de los asistentes para que me dé a conocer como ilustradora. Lo que no se imagina es que, en cuanto yo empiece a describirles lo maravillosas que son las Biblias iluminadas del siglo xv, saldrán corriendo o pensarán que me he tomado algún tipo de droga. Y lo último que quiero hacer es abochornarlo. ¿Y si hiciera como que tengo la gripe? ¿O la varicela? Eso podría funcionar, ¿no? No querrá que contagie a ninguno de los asistentes. En fin, hablamos por la mañana… si es que los nervios no acaban conmigo esta noche. Besos, Paula".



Calzada con las sandalias rojas de tacón de Sofía, Paula no paraba de pasearse arriba y abajo por la habitación con las manos en las caderas, de la cama al armario, y del armario a la cama. Las puertas del armario estaban abiertas, y cada vez que se paraba delante de él alargaba la mano hacia el vestido rojo de gasa colgado en una de las perchas, pero luego la dejaba caer, indecisa. Dejó caer los hombros y apoyó la frente en una de las puertas del armario. Le daba igual que se le estropeara el maquillaje, aunque le hubiera llevado casi media hora aplicárselo, después de haber deshecho su primer intento con la leche desmaquillante, porque no la convencía. Le preocupaba transmitir un mensaje equivocado con su aspecto. ¿O sería el mensaje correcto? Había intentado conseguir un aire elegante y atractivo, pero al mirarse en el espejo no había visto nada de eso. Aquello no estaba funcionando. Había sido una locura pensar siquiera que podía acompañar a Pedro, copropietario de un negocio millonario, a un evento así. Se dejó caer en la cama y resopló. ¿Es que no había aprendido nada de lo de Iván? ¿Y si su primera impresión no había ido desencaminada y Pedro no era más que un oportunista? ¿Y si estaba a punto de ponerse en ridículo, yendo a un evento donde iba a sentirse como un pez fuera del agua? No, estaba siendo injusta. Pedro no era una sabandija como Iván. Lo que pasaba era que le preocupaba que se rieran de ella por salir de su pequeño mundo y confiar en él, creyendo que no iba a utilizarla para sus propósitos, como había hecho Iván. No, Pedro no era como Iván. Era un hombre atento y cariñoso que la había elegido, ¡A ella!, para que la acompañase. Todavía no se lo creía. Claro que tampoco había tenido mucho tiempo para hacerse a la idea y prepararse mentalmente. En los últimos días entre unas cosas y otras apenas había parado. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario