martes, 10 de agosto de 2021

Conectados: Capítulo 18

¡Era él! El pelo más bien largo, la voz profunda y aterciopelada, y esa imponente presencia. ¿Cómo podía ser? ¿Estaba teniendo alucinaciones? Andy dio un paso atrás, perpleja. Se volvió hacia la otra versión de Pedro, que seguía de pie junto al mostrador, chorreando, y comprendió: Gemelos, eran gemelos… ¡Ay, Dios! Miró a Pedro, que enarcó una ceja, y luego a su gemelo, al que la rubia, muy solícita, estaba secando con un pañuelo. Éste tenía el ceño fruncido, y era evidente que estaba esperando una explicación. Tenía que salir de allí.


–Esperen un momento –murmuró parpadeando, y con aire inocente les preguntó–: La cita del otro día, ¿Se suponía que iba a ser contigo…? –miró a Pedro–. ¿O con…? –inquirió mirando a su hermano.


El gemelo trajeado tosió y se tiró de las mangas de su elegante camisa a medida antes de señalar a Pedro.


–Con él.


Paula se giró.


–Yo… Lo que le he dicho a tu hermano es la verdad: No estoy acosándote ni nada de eso.


Pedro volvió a enarcar una ceja.


–Y entonces, ¿Qué estás haciendo aquí?


Tenía las manos en los bolsillos del pantalón, y su expresión tranquila, como si lo tuviera todo bajo control, la irritó profundamente.


–Desde luego puedo asegurarte que no he venido aquí buscándote a tí –le espetó–. Pero si quieres saberlo, vengo de hacer una entrega en las oficinas del edificio de enfrente.


Él lanzó una mirada a través del escaparate, luego la miró de nuevo a ella, y frunciendo el ceño, inquirió:


–¿Te refieres a Cory Sports?


Cuando ella asintió, dijo confundido:


–¿Una entrega? Creía que eras secretaria en una agencia de publicidad.


–Y lo soy. Es que… Bueno, estoy ayudando a mi jefa con un acto benéfico que organiza todos los años. Me pidió que hiciera las invitaciones, pintándolas a mano, y como me preocupaba que Correos pudiera extraviar alguna o que llegasen tarde, decidí entregarlas yo misma.


–Así que, además de secretaria y mensajera, ¿También eres artista? –inquirió él con esa voz tan sensual.


–¡Bah, eso no es nada! Es que tengo tantos talentos que es difícil llevar la cuenta –respondió ella con insolencia, mirándolo a los ojos. Y no iba a apartar la vista.


La tensión sexual que había entre ellos era tan palpable que podría haberse cortado con un cuchillo. Pedro tampoco apartó sus ojos de los de ella, y parecía que estuviese conteniendo una sonrisa.


–¡Vaya un calor que hace aquí! –exclamó su hermano, interrumpiendo su conversación–. Le pido disculpas por el malentendido –le dijo a Paula con un suspiro–. Todo esto explica muchas cosas… –murmuró. Y le tendió la mano y estrechó la suya como si estuviesen a punto de celebrar una reunión de negocios–. Soy Federico Alfonso, de Cory Sports, el hermano de Pedro, como ya habrá deducido. Un placer conocerla, señorita.


Paula carraspeó.


–Lo mismo digo. Y… Eh… Perdón por lo de la jarra de agua. Que disfruten de su café.


Y dicho eso se recolocó el bolso en el hombro y se dirigió a toda prisa a la salida. Federico se volvió hacia su hermano.


–¿La besaste? ¿Y la invitaste a cenar?


Pedro se encogió de hombros.


–Me declaro culpable de todos los cargos, señoría.


Federico enarcó las cejas.


–Ya, pues más vale que vayas tras ella, porque creo que puede que hayas encontrado a la horma de tu zapato, y aún necesitas una acompañante para la entrega de premios. A lo mejor, después de todo, sí que funciona eso de las citas por Internet.

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