jueves, 11 de junio de 2020

Dulce Amor: Capítulo 28

—No tan asombroso… —murmuró Pedro.

Paula temía haber revelado demasiado sobre sí misma.

—Menos mal que nunca me ha dado por cometer delitos. Ahora mismo tendrías una confesión firmada.

Siguieron hablando de otras cosas, y por fin, Pedro llamó al camarero para pagar la cuenta, arqueando una ceja cuando paula ofreció pagar su parte. Mientras volvían a su casa, le contó divertidas anécdotas de su sobrino Joaquín, y aunque agradecía el cambio de tema, Paula se sentía un poco insatisfecha. Él había descubierto sus secretos, la había acorralado hasta que no tuvo más remedio que contárselos. Aunque no era tan sorprendente, al fin y al cabo había sido detective. Pero no le ofrecía nada a cambio. En cierto modo, mantenía las distancias de manera tan efectiva hablando de otras cosas como cuando se mostraba remoto y distante. Y estaba segura de que había usado su encanto muchas veces para evitar la intimidad. Cuando llegaron al porche de su casa, se quedó sorprendida al ver la hora que era.

—Vaya, la clínica veterinaria habrá cerrado. No voy a poder llevar al perro.

No lo había hecho a propósito, pero tal vez el animal sería capaz de derribar sus defensas.

—¿Podrías llevártelo? —le preguntó—. Sólo esta noche. De todas formas, tienes que llevarlo a la entrevista mañana.

Pedro se encogió de hombros.

—Sí, claro, no me importa.

No sabía por qué, pero a Paula le costaba decirle adiós después de haberle contado la historia de su vida sin saber nada de la suya.

—¿Tú sí provienes de una de esas familias unidas? —le preguntó—. Antes de que tus padres muriesen, quiero decir.

Él miró a lo lejos durante unos segundos.

—Sí —respondió por fin—. Éramos una familia de clase trabajadora en un barrio pobre de Detroit. Nunca teníamos dinero, y a veces no había nada en la nevera, pero nos queríamos mucho.

—¿Cómo murieron tus padres?

Pedro la miró sorprendido, como si no estuviera dispuesto a responder. Como si compartir aquel día en el parque y luego con el comité organizador de las fiestas, fuese más que suficiente. Pero ¿Cómo iba a ser intimidad si él no le contaba nada? Paula contuvo el aliento, esperando haberse ganado su confianza.

—Fueron asesinados —dijo por fin.

La violencia de esa realidad oscureció de repente aquel hermoso día. Y Paula se dió cuenta de que esa violencia era algo con lo que Pedro vivía cada minuto de su vida. Durante aquel día lo había visto relajarse, bajar la guardia y ser más espontáneo, más abierto. Había conseguido que le contase sus secretos… Pero sus secretos le parecían poca cosa comparados con tan trágica revelación. Aunque le gustaría decir algo, hacer alguna pregunta o decir que lo sentía, el instinto le dijo que no lo hiciera. En lugar de eso puso una mano en su brazo, invitándolo a confiar. Y después de unos segundos, él dijo:

—Fue un error. Estaban en el peor sitio en el momento equivocado y los tomaron por otras personas.

Paula no apartó la mano de su brazo, mirándolo a los ojos y viendo en ellos su dolor. Pero Pedro se apartó murmurando:

—Fue hace mucho tiempo…

Había sido mucho tiempo atrás, pero esa era la respuesta a todas sus preguntas. Por qué había elegido ser detective y mucho más. Era la clave de por qué había decidido estar solo. Y sabía que acababa de hacerle un gran regalo confiando en ella esa parte de su vida.

—Gracias por contármelo.

Pedro parecía irritado, no con ella, sino consigo mismo, como si abrirle su corazón fuese una debilidad. Pero Paula veía algo completamente diferente: Veía a un hombre valiente. Pedro Alfonso había intentado controlar todo lo que iba mal en el mundo. Pero para hacerlo había sacrificado una parte de sí mismo. Se había metido en lo más oscuro del ser humano, y de verdad creía que la luz al final del túnel era un tren y no el sol. Había hecho bien en ir tras él, pensó. Pero si había creído que eso los acercaría, estaba equivocada.

—Tengo que irme —dijo Pedro.

Estaba dando marcha atrás, diciendo que no al día que habían compartido. Estaba diciéndole que podía llevar la carga solo. Aunque lo matase.

1 comentario: