martes, 2 de abril de 2019

Corazón Indomable: Capítulo 21

—Te prometo que me comportaré bien —comentó él, como si captara su intranquilidad.

—Muy gracioso —replicó ella, irónica.

—Eh, tranquila —dijo él, arrancando el motor. —Sé cómo te sientes respecto al bosque, pero te aseguro que estarás a salvo.

En ese momento lo que menos la preocupaba era el bosque, pero no iba a decírselo.

—¿Hablaste con el juez Timmons? —preguntó Pedro.

Ella contempló su perfil. También era atractivo.

—La verdad es que sí, pero no es el juez que se ocupará de tu caso.

—Eso es un alivio. He oído decir que puede llegar a ser insoportable.

—Conmigo fue muy agradable.

—Eres una mujer guapa, y él tiene fama de donjuán —Pedro la miró de reojo.

—¿Él? Debe de tener ochenta años.

—Ese viejo truhán todavía es un conquistador, al menos eso dicen las malas lenguas.

Ella volvió la cabeza para que no viera su sonrisa.

—Disculpa, no pretendía avergonzarte.

—No estoy avergonzada —volvió a mirarla. —Pero pensar en él con una mujer... —calló, ruborizándose por lo que había estado a punto de decir.

—Estoy completamente de acuerdo —Pedro echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. Después, la miró con curiosidad— Si Timmons no es quien dictó el mandamiento judicial, ¿Por qué hablaste con él?

—Él y el fundador de mi empresa se conocen de hace tiempo. Nos encontramos y me preguntó quién era.... así que charlamos un rato.

—Entonces, ¿Quién se ocupa de mí caso?

—El juez Winston. No sé nada de él, excepto que el mandamiento es temporal, y eso juega a tu favor. En otro caso, estoy podría alargarse infinitamente.

—Eso no puede ocurrir —Pedro tensó el rostro.

—Claro que puede. Pero intentaré impedirlo. Con suerte, conseguiré que la vista se celebre pronto. Entonces, Winston podrá exigir que se cumpla el decreto, restringirlo, o cancelarlo.

—¿Cuándo puedes conseguir esa vista?

—Nos han incluido a finales de la próxima semana.

—¿Eso es lo mejor que pudiste conseguir?

Era obvio que Pedro no estaba al tanto de cómo funcionaban los juzgados. Lo miró con reprobación.

—Dadas las circunstancias, deberías estar más agradecido —dijo un tono irritado a su voz, con toda intención.

—Tienes razón, debería agradecerte de rodillas todo lo que consigas —Pedro se mordió el labio.

—Con un simple «gracias», bastará.

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