Pedro llevó a Paula a casa y se despidió de ella con un simple beso en la mejilla. Ella no lo invitó a pasar, aunque parecía que le apetecía. Él prefería ir despacio para no asustarla.
En la siguiente cita él la invitó a un concierto de jazz en el Palace of Fine Arts. Para cenar llevó un picnic preparado de la tienda gourmet que había cerca de su departamento y una botella de champán. Paula, resplandeciente con su vestido de noche azul y sus pendientes de plata, se acomodó sobre la manta que él extendió bajo la sombra de un árbol. Hacía un día cálido y tranquilo.
–Siempre había querido hacer un picnic aquí –dijo ella–. Ha de ser uno de los lugares más románticos de la ciudad.
–Hoy teníamos la oportunidad perfecta.
–Mira la puesta de sol sobre el lago –el agua parecía oro líquido y a su alrededor había otras parejas y grupos disfrutando de la tarde primaveral–. La ciudad tiene muchos sitios interesantes. Se podría vivir aquí durante años y no conocerlos todos.
–Sería una lástima –Paula abrió una caja llena de hojas de parra rellenas–. Oh, uno de mis platos favoritos. Estoy segura de que los Chaves teníamos antepasados griegos. A todos nos encanta la comida griega.
–Entonces encajas a la perfección con la arquitectura de este lugar. ¿O es romana? –se fijó en las columnas de estilo corintio que adornaban los edificios de alrededor del lago.
Paula se rió.
–Se construyeron en 1915 para la World´s Fair que se celebró en San Francisco. Me encantan. Los edificios originales eran de papel y estaban pensados para durar un año. Resultó que duraron mucho más tiempo y cuando empezaron a caerse la gente estaba tan acostumbrada al lugar que decidieron reconstruirlos para siempre.
El sol se reflejaba en su cabello. Su tez brillaba y sus mejillas estaban sonrosadas. Él deseaba besarla… Pero se resistió.
–¿Cómo sabes tantas cosas?
–Por pura curiosidad, supongo. Y porque he vivido aquí toda mi vida.
–¿Piensas pasar aquí el resto de tu vida?
–No lo sé. Supongo que dependerá de hacia dónde me lleve la vida.
–Como fotógrafa podrías trabajar en cualquier sitio.
Ella se rió.
–No me considero fotógrafa. Hasta el momento sólo me han ofrecido un trabajo como profesional. Ni siquiera lo he hecho todavía. ¿Y si es un desastre?
–Será fantástico. ¿Es el de San Francisco Magazine?
–Sí, es la semana que viene. ¡Con Robert Pattison! Estoy paralizada por los nervios.
–Te mueves muy bien para estar paralizada –le ofreció un plato con aceitunas rellenas y ella tomó una–. ¿Tienes que volar a Nueva York para las fotos?
–No, él va a venir a un estreno de cine. Al menos si todo sale como está planeado. Puede que cancele en el último minuto –se acarició un mechón de pelo y se mordió el labio inferior.
–No lo cancelará. Es un profesional. Y tú harás un trabajo estupendo. Piensa que muy pronto tu foto estará circulando por Internet.
–¡Basta! Espero no incomodarlo, y que no se me caiga la cámara o algo. Tienes que ser en papel, no digital. Creo que ése es uno de los motivos por el que me lo han encargado a mí.
–Te lo han pedido a tí porque tienes mucho talento y saben que todo el mundo hablará de las fotos. Relájate y trata de disfrutarlo –le acarició el brazo.
La tela de su vestido era muy suave y resaltaba las curvas de su cuerpo. Pedro sintió un fuerte calor en la entrepierna y tuvo que contenerse para no continuar acariciándole el resto del cuerpo. «Todo a su tiempo», se prometió. Necesitaba algunas citas más antes de dar un paso adelante. Aunque la tentación lo estaba matando. Sobre todo cuando ella se movía y el vestido se pegaba a sus senos. Sintió como si los pantalones le quedaran pequeños.
Paula bebió un sorbo de champán.
–Estoy entusiasmada con el concierto. El año pasado fui a varios conciertos de jazz y estoy empezando a comprender la música.
Él sonrió.
–Entonces, puedes enseñarme. Lo único que hago es disfrutar de ella.
–Eso también vale. Es muy agradable conocer a alguien a quien le gusta hacer muchas cosas de las que me gustan a mí.
–Me encanta salir contigo. Sabes muchas cosas acerca de la ciudad.
A Paula se le iluminaron los ojos.
–Me encantaría seguir explorándola contigo.
Él le ofreció un poco de pollo marinado en pan de pita y ella se lo sirvió en el plato.
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