Los días se fundían uno con el otro mientras Paula pasaba el tiempo en Bedales, tratando de iniciar el proyecto de escribir la historia de la región, o en compañía de Vanesa. En ese momento tenía los ojos fijos en la figura inerte que yacía en la cama y casi no se dio cuenta de un movimiento hasta que volvió a verlo. Su hermana hacía un imperceptible movimiento con la mano. ¿Se lo estaba imaginando o realmente Vanesa había movido la mano en respuesta a algo que ella acababa de decir? Había desarrollado el hábito de pensar en voz alta y lo estaba haciendo. ¿Qué había dicho para traspasar la barrera del estado inconsciente de Vanesa? De pronto lo recordó y en voz vibrante de emoción repitió:
-Me siento muy sola viéndote así y sin Pedro a mi lado.
Volvió a ver un pequeño temblor en la mano de Vanesa y comprendió. Era la primera vez que hablaba de su amor por Pedro.
-Oh, Vanesa, le he dicho a Pedro que no puedo casarme con él si eso significa tu destrucción. Siento haberte contado mi compromiso con tanta brutalidad. Pero ya... le he alejado de mi lado.
-¡No!
La palabra sonó como si la hubiera arrancado de la garganta de su hermana. Paula miró fijamente a Vanesa y la esperanza, como algo viviente, creció en ella.
-¿Qué has dicho?
-No le amo -Vanesa abrió los párpados y giró un poco la cabeza hacia Paula.
Enjugándose las lágrimas de alegría, Paula llamó a las enfermeras einmediatamente aparecieron los médicos. Se quedó fuera mientras la examinaban. Bastante después, le permitieron entrar en la habitación de Vanesa. Se alegró al ver que le habían quitado todas las sondas y que su hermana estaba medio sentada en la cama, con los ojos abiertos y francamente alerta.
-¡Vanesa, has salido de coma! -exclamó Paula al acercarse a su gemela para tomarle una mano, más delgada de lo que debía estar-. Te pondrás bien.
-Parece un sueño -murmuró Vanesa como si todavía no dominara su voz-. Te oía hablar, pero sentía que una pared nos separaba y que no podía derrumbarla para acercarme a tí.
-Esa pared ya no existe.
-Te equivocas. Debes casarte con Pedro-Vanesa entrecerró los ojos.
-No pienses en eso ahora, antes tienes que reponerte.
-Sí, debo pensar en eso. No me perdonaría si por mi culpa renuncias a él.
-¿Qué te hace pensar que tú eres la culpable? -jugueteó con la ropa de cama y mantuvo la mirada baja.
-Lo sé, por lo que te dije antes de salir corriendo -le tomó las manos a Paula desesperada-. Estoy arrepentida. Estaba dolida por las humillaciones a que me habían sometido Francisco y su familia, y no pensaba con cordura. No quería decir nada de aquello. Has sido una hermana maravillosa y no te merezco.
-Calla, por favor -le rogó, cohibida-. Nunca imaginé que te sentías poca cosa a mi lado. Para mí era lo contrario.
-¿Tú? -Vanesa rió-. Nunca has dudado de nada.
Paula le refirió sus incertidumbres y terminaron llorando y abrazadas.
-Pedro no era el hombre indicado para mí -aceptó la modelo, bastante más tarde-. Él lo sabía tan bien como yo y lo nuestro hubiera terminado aun sin tí. Francisco era más mi tipo -miró a su alrededor como si esperara verle-. He soñado que estaba a mi lado durante todo este tiempo.
-Era Leonardo Bedford -explicó Paula a regañadientes-. Casi no se ha despegado de tu cama.
-Hmmm -Vanesa se quedó pensativa-. Debo darle las gracias por preocuparse tanto por mí -la expresión de Vanesa dió a entender que cuando le diera las gracias, caería rendido a sus pies.
-¿No sería maravilloso que...? pensó Paula divertida, pero no terminó de formular la idea.
-Me han dicho que me salvaste la vida -murmuró Vanesa con timidez cuando su gemela se disponía a salir.
-No me paré a pensar -confesó Paula.
-Entonces estamos empatadas y ya no podré recordar el accidente del velero.
-¡Ya era hora! - se rió Paula.
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