-Está bien, lo haré -aceptó aunque sabía que Vanesa la manipulaba y se preguntaba cuántas veces más tendría que pagarle a su hermana por haberle salvado la vida.
-No te arrepentirás de tu decisión --declaró Vanesa de nuevo entusiasmada-. Es un trabajo muy lucrativo -mencionó la cantidad que le iban a pagar y Paula se atragantó con el café.
-¿Pagan tanto?
-No siempre, pero esta sesión es especial.
-¿No será una foto para otra página central? -preguntó recelosa. -¿Te haría yo algo parecido? No, es una nueva colección de trajes de baño australianos para un catálogo extranjero. -¿Trajes de baño? No sé nada de ese asunto.
-Lo harás muy bien. Estás estupenda en bikini, al menos, también como yo - agregó Vanesa sin modestia-. Enfócalo de esta manera: Vas a llevar algo puesto y todos van a pensar que eres yo, de modo que tu reputación va a permanecer intacta.
Dicho de esa manera, a Paula le pareció que sería ingrata si lo rechazaba.
-Está bien, si estás segura de que nadie se dará cuenta del cambio.
-Por supuesto. Considéralo como una compensación por todos los problemas que te he causado con mi pose desnuda. En esta ocasión les llevarás la ventaja en su propio juego.
Vanesa hablaba como si el asunto fuera muy sencillo, pero la perspectiva de desfilar ante una cámara la llenó de pavor. Recordó la arrogancia con que el fotógrafo había tratado a las modelos en Monarch Magazines esa tarde, y se estremeció. Si alguien la trataba igual, caería en la tentación de responder de la misma manera y dudaba de que a un hombre como Pietro... no, se llamaba Pero Alfonso, le gustara tomar una dosis de su propia medicina.
-¿En dónde se van a hacer las fotos? -preguntó.
-La mayoría en un nuevo estudio al norte de Sydney; te daré los detalles este fin de semana. Luego, se harán algunas tomas al aire libre, quizá en la playa Bondi.
-No estoy segura de poder hacerlo -cuando oyó que el trabajo se iba a hacer en una playa pública sus dudas reaparecieron.
-Tranquila -Vanesa le apretó la mano-. Cuando hayas probado la fama y veas que la gente estira el cuello para reconocerte, no querrás volver a ser Paula Chaves, la reportera. Por cierto, eso me recuerda que deberás acostumbrarte a que te llamen señorita Chaves.
-Siempre se me olvida que fuiste la «O» en tu nombre profesional - comentó Paula-. Tengo poco tiempo para acostumbrarme a muchas cosas.
-Ya te he dicho que te voy a entrenar, así que deja de preocuparte.
Pero Paula se preocupaba. Para Vanesa era fácil darle poca importancia al asunto, pero fingir ser otra persona no era nada sencillo. Si no le debiera la vida a su hermana ni siquiera habría tenido en cuenta la sugerencia. Pero ya la había aceptado y el corazón le golpeaba violentamente el pecho con sólo pensarlo. Sin embargo, la firme confianza en Vanesa le daba valor. Cuadró los hombros con determinación y esbozó una nerviosa sonrisa.
-De acuerdo, ¿Con qué empezamos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario