jueves, 13 de septiembre de 2018

El Engaño: Capítulo 4

-¿Qué has traído? -preguntó Paula al sentir el peso.

-Todos los ingredientes para preparar sukiyaki -explicó Vanesa.

-Te estás volviendo extravagante, ¿ A qué se debe?

-La gente que está en paro suele descuidarse y no quiero que te suceda a tí - respondió muy seria.

-Llevo sólo una semana sin trabajo y ya he tenido tres entrevistas - protestó Paula.

-¿Cómo te ha ido hoy? -preguntó la modelo con las cejas alzadas y su hermana hizo una mueca.

-Una repetición de las dos primeras. El señor Monarch es un cínico que no se ha creído que fuera mi hermana gemela la que posó para la foto.

-¿Creía que eras tú? -al ver que Paula asentía, Vanesa agregó enfadada-: No es justo. ¿No crees que eso es discriminar? ¿No puedes denunciarle?

-No quiero tomarme esa molestia con él -Paula sintió que la envolvía una ola de cansancio-. De hecho, no me hubiera gustado trabajar para él. No te preocupes, hay muchos trabajos.

-Seguro, pero, ¿Qué harás para pagar el alquiler mientras encuentras uno?

-Ya me las arreglaré -declaró ante el recordatorio-. Ojalá no me hubiera dado unas vacaciones tan caras.

-No sabías lo que iba a pasar. Pero, al menos, las tres semanas en Fiji te han dejado un bronceado estupendo.

Vanesa entró en la cocina y comenzó a sacar los ingredientes para elsukiyaki mientras Paula sacaba la sartén oriental. Entre las dos la prepararon y, de pronto, Paula rompió el silencio con una risita.

-¿Qué es tan divertido? -preguntó su hermana.

-Me estoy acordando... Esta tarde, cuando he salido de Monarch Magazines uno de sus fotógrafos me quería traer en su coche.

-¿Le conozco? -Vanesa no se sorprendió con la noticia.

-¿Quieres decir que son todos iguales?

-No, pero he conocido bastantes. ¿Cómo se llama?

-No sé... algo como Pietro-Paula no podía recordar el nombre-. Conduce un deportivo.

-No me das mucha información. ¿Puedes describirle? -preguntó Valentina tras una larga pausa.

Paula se sorprendió de poder recordar cada rasgo de su atractivo rostro, incluso el cabello color azabache y las tupidas patillas. Si se lo decía a Vanesa, su hermana intentaría fomentar la relación, así que guardó silencio.

-No tiene la menor importancia.

-¿No vas a volver a verle? -preguntó Vanesa desilusionada.

-¡No, si puedo evitarlo! -exclamó estremeciéndose con la idea-. Ha sido un grosero y un presuntuoso pensando que me iba a subir a su coche sin apenas conocerle.

-Parece todo un hombre.

-Quizá lo sea, pero prefiero que los hombres me traten como una persona y no como un objeto sexual.

-Tranquila, mujer, sólo preguntaba. -Valentina levantó los brazos fingiendo capitulación.

-No quería irritarme tanto -Paula se sintió muy tonta, sólo pensar en el hombre la perturbaba, a pesar de que el encuentro había sido casual. ¿Por qué estaba tan a la defensiva?

Por fortuna, Vanesa no tuvo inconveniente en cambiar de tema y se comieron el sukiyaki hablando de una película que habían visto las dos hacía poco. Para cuando iban a tomar el café, Danni se dio cuenta de que no había parado de hablar.

-¿Tienes algún problema, Vane? -preguntó al llevar la cafetera y las tazas a la sala. Vanesa bajó la vista hacia la mesa y Paula le notó el rubor en las mejillas-. ¿De qué se trata? -preguntó al presagiar que algo no marchaba bien.

-No es importante -insistió la modelo.

Paula estuvo tentada de aceptar su aseveración, pero conocía a su hermana tan bien como se conocía a sí misma. Algo la tenía molesta y sólo era cuestión de tiempo que lo compartiera con su gemela. Cualquiera que fuera el problema, seguro que era el motivo de su visita.

-Anda, dime de qué se trata -repitió.

-No me encuentro muy bien -comenzó Vanesa, al parecer, de mala gana.

-Tu aspecto es inmejorable -comentó Paula con el corazón encogido porque sabía que sus palabras no iban a ayudarla.

-Lo sé y no tengo nada específico -suspiró-. Creo que trabajo demasiado. Debería irme unos días a un sitio tranquilo.

-Hazlo -sugirió Paula-. ¿Te lo impide algo?

-Me temo que sí. He firmado un contrato para una sesión larguísima, para la semana que viene.

-¿No puedes cancelarlo?

-Ojalá pudiera, pero es un cliente importante -movió la cabeza-. Si cancelo con tan poco tiempo de anticipación, la agencia podría borrarme de su lista y me sería imposible conseguir otro agente si se extiende la noticia de que no cumplo.

Paula comprendió el dilema de su hermana, pero no tenía la solución.

-Pues tendrás que cumplir antes de irte de vacaciones.

-Ya lo sé, he llegado a la misma conclusión -los grandes y expresivos ojos de Vanesa se llenaron de lágrimas.

-Lástima que yo no sea modelo, podría reemplazarte -bromeó Paula intentando aligerar el ambiente sin imaginar la entusiasta respuesta de Vanesa.

-Ay, Pau, ¿Lo harías? Sería la solución perfecta. Te quedarías con el pago, lo que te ayudaría a mantenerte hasta que encuentres trabajo y yo podría tomarme el descanso que tanto necesito.

-¡Espera un minuto! -Paula dejó la taza de café en la mesa y entrelazó las manos-. Lo he dicho en broma. No sé posar y haría el ridículo; además, también podría estropearte la carrera.

 -No es cierto. Tienes talento innato y te enseñaría los detalles. ¿No dices que todos piensan que eres yo? ¿Quién sabría distinguirnos?

-Yo -declaró Paula. ¿Cómo podía Vanesa sugerir tal cosa? Cierto, a veces, de niñas, habían cambiado de identidad, pero había sido en situaciones de juego que no dañaban a nadie. Ese asunto era diferente-. No puedo hacerlo - repitió.

-Supongo que es pedirte demasiado Vanesa inclinó la cabeza-. Pues nada, tendré que hacerlo y esperar que los dolores que tengo en el pecho no empeoren.

-¿Qué dolores? -preguntó, alarmada por el tono de derrota de su hermana. -No te preocupes. Debe de ser una reaparición del antiguo problema. Olvídalo.

-¿Has ido a ver al médico?

Sí, dice que hay un virus en el ambiente. No es problema para los demás,
pero con mis pulmones... -se calló.


Paula estaba atrapada. ¿Cómo podría permitir que Vanesa cumpliera con un contrato que podría dañarle la salud cuando ella era la responsable de la fibrosis pulmonar de su gemela? No habría ocurrido nada si no hubiesen salido en velero cuando cumplieron dieciséis años. Pero lo hicieron y una fuerte ola lanzó a Paula al mar, donde se sumergió como una piedra. A pesar de estar acatarrada, Vanesa se echó al agua para ayudarla, la llevó a la playa y le salvó la vida. Ella no sufrió más que un golpe en la cabeza, pero el catarro de Vanesa se convirtió en pulmonía. Tardó meses de tratamiento y descanso en reponerse y quedó con los pulmones delicados, de modo que era propensa a pescar cualquier infección respiratoria. Recordó que todo había sido por su culpa y accedió a pagar la deuda.

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