martes, 25 de septiembre de 2018

E Engaño: Capítulo 16

-¿Qué tiene que ver su madre con esto? -preguntó curiosa.

-Huyó con un hombre cuando Pedro era adolescente. Supongo que por eso teme soltar la correa a cualquier mujer.

Paula se quedó pensativa. Con razón Pedro se había enfadado tanto con Vanesa por su comportamiento, y con las dos por tratar de engañarle. Conociendo sus antecedentes, ¿Cómo podía Vanesa mostrar tanta indiferencia por sus sentimientos?

-A parte de lo que sientas por él, quiere que termines tú las sesiones de fotos -habló con enfado-. Y salta a la vista que tu salud es inmejorable.

Vanesa enrojeció de vergüenza, pero se mostró testaruda.

-Me dolía el pecho de verdad. Sabes muy bien que mis pulmones, desde...

-¡Basta! -Paula levantó las manos-. ¡Te estaré eternamente agradecida porque me salvaste la vida, pero no pienso pasarme la vida pagándote esa deuda, en esta ocasión no cederé!

-Está bien, pero no puedo terminar el trabajo. Mañana, Francisco y yo nos vamos a la Costa Dorada..

-¿No puedes retrasar el viaje?

-No; si pudiera lo haría. Los padres de Francisco han venido desde Estados Unidos sólo para conocerme y no puedo defraudarles.

Paula sabía que de todos modos Vanesa se iba a salir con la suya. Molesta, reconoció que se alegraba de que no siguiera trabajando con Pedro.

-Paula, ¿Estás bien? -preguntó Pedro desde el otro lado de la puerta.

 -Por favor, no le digas que he estado aquí -Vanesa ciñó el brazo de Paula.

Paula asintió sombría. Si Pedro seguía amando a Vanesa se sentiría herido si la veía del brazo de otro hombre. Cuando menos, le ahorraría ese sinsabor. Llevó a su hermana detrás de la puerta y entreabrió.

-Estoy bien, he venido a colocarme el vestido -salió y cerró la puerta para que no entrara a inspeccionar el despacho-. Quería hablar contigo de una foto que está en otra habitación.

Pedro la siguió entre el público, hasta un retrato grande.

 -Ésta -declaró sin mirar la foto.

-¿Estás segura? -Paula se horrorizó cuando vió que estaban frente al retrato de la anciana con las palomas.

-Éste... yo... es aquél -señaló al azar.

-Aquello es un letrero que dice: Escalera de emergencia en caso de incendio -le informó en tono solemne-. ¿Le habrá dado tiempo a Vanesa para escaparse ya?

-¿La has visto? --derrotada, se apoyó contra la pared.

-Y también al norteamericano con el que ha venido.

-Ah -soltó el suspiro entre los labios fruncidos.

-No importa -le aseguró sonriendo, hecho que la dejo pasmada-. Ya te dije que lo nuestro se terminó, no me importa que salga con otro hombre.

-No quería que te hiriera -aceptó sintiéndose muy tonta.

-Lo sé y agradezco tu preocupación -le tomó la barbilla y se la levantó hasta que se miraron a los ojos-. Pero te has preocupado sin motivos.

-¿Y qué pasó con las fotos? -preguntó inquieta.

-Tendré que contratar a otra modelo y empezar otra vez -la expresión amable cambió a preocupación.

-¿Tan torpe soy? -preguntó bajito.

-De ninguna manera -la observó sorprendido-. Pero tu tiempo es demasiado valioso para que lo pierdas posando en traje de baño.

-Y el tuyo para que vuelvas a repetir las fotos -le recordó con timidez.

-Entonces, ¿No te molestará seguir posando?

-No, pero pensaba que preferías a Vanesa --el alivio y el placer le iluminaron las mejillas.

-Tiene más experiencia-explicó--. Pero es la única ventaja que te lleva.

Él no podía imaginar la felicidad que le dieron sus palabras. Paula se pasó el resto de la velada flotando en una nube de satisfacción. Pedro pensaba que merecía algo mejor que ese trabajo, y no lo contrario. Iban a trabajar juntos otra vez.


Al día siguiente, se despertó menos optimista. Vanesa había perdido el interés por Pedro, y Paula seguía temiendo que la considerara una sustituta de su gemela. De camino hacia el estudio pasó junto a un puesto de periódicos. Vió la revista que contenía fotografías de Vanesa. Desde luego, no exhibían las páginas centrales, pero la foto de la portada era bastante sugestiva y Danni, molesta, desvió la mirada. Las fotos de Trina eran como su propia imagen distorsionada. Paula jamás habría posado así. Se preguntó si la desavenencia entre Pedro y su hermana se debería a aquellas fotos. ¡A ningún hombre le gustaría ver así a la mujer que quería!

Mientras trabajaban seguía pensándolo, pero no tuvieron oportunidad de hablar hasta que se tomaron un descanso para comer. Viéndole comer, Paula comenzó a imaginarse que su perfecta dentadura y sus fuertes labios, recorrían la tersa piel de su cuello mordisqueándole los lóbulos de las orejas para finalmente, cerrarse sobre su boca. De pronto, él levantó la cabeza y se miraron a los ojos. Ella se arreboló temiendo que de alguna manera le había adivinado los pensamientos.

-Me alegro de que hayas venido, Paula-murmuró.

-Para mis amigos soy Pau-dijo ronca.

-Muy bien... Pau.

De modo que quería ser su amigo. La idea le proporcionó calidez hasta que recordó que la amistad era algo muy diferente de lo que había tenido con Vanesa. De pronto, comprendió que estaba dando muchas cosas por sentadas. ¿Por qué suponía que habían sido amantes? Le dolía pensarlo, pero era mejor que creer lo contrario para después averiguar la verdad.

-¿Cómo reaccionaste cuando te enteraste de que Vanesa había posado desnuda?-preguntó, dominando la voz.

-Es su cuerpo y puede hacer con él lo que quiera -se encogió de hombros-. Si hubiéramos tenido una relación más íntima quizá, hubiera sentido algo diferente.

Pedro lo ignoraba, pero le había dado la respuesta a su pregunta.

-Sería una hipocresía hacer tu tipo de trabajo y luego objetar cuando la modelo... tiene otra relación contigo -insistió con osadía.

-Cuando respeto a alguien, me gusta que me respeten. Así se evitan ciertos  dilemas -declaró después de meditar un momento.

Pero el dilema se había presentado. A pesar de que salía con Vanesa, ella había posado desnuda. Era evidente que a Pedro no le había gustado, pero ¿Qué clase de cariño sentía hacia su hermana?

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