martes, 29 de abril de 2025

Recuperarte: Capítulo 51

Paula estaba sentada en los bancos de atrás, animada por su nueva determinación y más por el bollo que se había comido de camino a los Juzgados. Pedro se levantó de su asiento, abrochándose la chaqueta. Un traje gris oscuro que ella misma había elegido una semana antes de que se separasen. Nunca se lo había visto puesto hasta aquel día. La fresca tela de verano destacaba sus anchos hombros incluso mejor de lo que ella había esperado; el pelo corto le llegaba hasta el cuello de la camisa, haciéndole recordar lo sedoso que era. Pero no pareció fijarse en ella mientras se acercaba al estrado para interrogar al testigo. Sabía que era un caso de maltrato. Pedro defendía a una madre y a su hijo contra un padre abusivo. Al ver a los clientes, la pareció indudable que había aceptado el caso pro bono, es decir sin cobrar minuta. Y viendo el brillo de esperanza en los ojos de la joven madre, lo admiró por ello. Pedro se dirigió al testigo, un hombre corpulento que lo miraba con cara de pocos amigos, manteniendo la calma y la concentración. Una y otra vez lo retaba con preguntas de las que el hombre no sabía cómo escapar, cada una de sus titubeantes respuestas reforzando la impresión que Sebastián quería dar de él.


Paula se quedó atónita viéndolo en acción. Saber que era uno de los mejores abogados de Carolina del Sur no la había preparado para el impacto de verlo en un tribunal. Ponía el alma para luchar por aquel niño que no podía defenderse a sí mismo. Se echó hacia delante, la poderosa voz de Pedro llenando la sala. En un golpe de inspiración, se dió cuenta de que no había estado ignorando sus sentimientos en absoluto. Estaba desahogando su frustración por haber perdido a Camila mientras defendía a aquel niño. Claro que seguramente ponía la misma convicción para defender a todos sus clientes. Se había convertido en la clase de abogado que siempre había dicho que quería ser cuando entonces sólo era un sueño. ¿Era tan raro que quisiera algo de paz cuando volvía a casa? Esa nueva comprensión de la personalidad de su marido la hizo pensar que quizá podría asistir a los juicios de vez en cuando, ser parte de su mundo en lugar de esperar que él fuera parte del suyo. No se había equivocado al pensar que haría falta tiempo para que confiasen el uno en el otro. Pero ahora, viendo al hombre del que se había enamorado nueve años antes, estaba dispuesta a hacer lo que tuviese que hacer, durante el tiempo que fuera necesario. 

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