martes, 29 de abril de 2025

Recuperarte: Capítulo 50

¿Qué parte de su éxito tendría que ver con las oportunidades que Adrián le había dado con objeto de ganarse su simpatía? Nunca lo sabría seguro, pero ésa era otra razón por la que ya no podía trabajar con él. Ella merecía conocer su propio talento, probar hasta dónde podía llegar sólo con sus propios méritos. Adrián se levantó del sillón y Paula vió que tenía una marca morada en la mandíbula.


—¿Qué quieres?


—Te agradezco mucho las oportunidades que me has dado durante estos años y quiero que sepas que siempre he respetado tu talento. Pero no puedo seguir trabajando para tí.


Él se inclinó hacia delante.


—Paula, por favor, siéntate. Quiero explic...


—No voy a estar aquí tiempo suficiente para sentarme —lo interrumpió ella—. Sólo he venido a decirte que renuncio a mi puesto.


—Te dije que nunca habría intentando nada contigo mientras estuvieras casada y lo decía en serio. Si Pedro y tú están juntos de nuevo... En fin, no me hace ninguna gracia, pero no pienso interferir.


Parecía estar diciendo la verdad y, en ese momento, Paula sintió una punzada de simpatía por él. Ella sabía bien lo que era querer a alguien y verse rechazado. Pero no podía dejar que eso afectase a su decisión. Además Adrián era, en parte, el causante del caos en que se había convertido su vida. Por no hacerle caso cuando le dijo que parase, por tomarse libertades con ella que ella no le había permitido nunca. Pero daba igual. Necesitaba cortar con él, pasara lo que pasara con el padre de su hijo.


—Después de lo que ha pasado he decidido que será mejor no seguir trabajando contigo. Además, Pedro y yo tenemos que encontrar la manera de entendernos... Por el niño.


—¿Eso significa que están juntos de nuevo?


¿Lo estaban? La verdad era que no lo sabía. Cómo iban a tener futuro como pareja seguía sin estar claro pero, de repente, Paula experimentó una sensación de paz mientras libraba valientemente esa batalla. Se sentía lo bastante fuerte como para defenderse sola, como para tomar decisiones para ella y para su hijo.


—No lo sé, Adrián. Pero sí sé que no estoy dispuesta a tener una relación con ningún otro hombre. 


Luego se dió la vuelta, con la cabeza bien alta, y entró en su despacho para llamar a un taxi. Todo iba a salir bien, se decía. Se había ganado el respeto de los clientes con su trabajo y que Adrián se hubiera portado como un patán no cambiaría nada. Pero después de llamar al taxi, cuando iba a salir del despacho, vio una bolsa blanca sobre su escritorio. ¿Había estado allí todo el tiempo? El logo azul y rojo resolvió el misterio, la bolsa era de la tienda donde Pedro le había comprado el chocolate blanco. ¿No había dicho algo sobre el desayuno cuando entró en el despacho? El día podía haber terminado siendo tan diferente si ella hubiera estado sola en la oficina... Claro que sólo hubieran retrasado lo inevitable. Tarde o temprano habrían acabado teniendo esa confrontación. Paula abrió la bolsa para mirar el contenido: Un bollo de canela y un tarrito con manteca de cacahuete. Y una tarjeta de Pedro con una nota escrita al dorso: "Te quiero".


—Te quiero —murmuró, pasando el dedo por la sencilla frase.


Le parecía como si hubiera pasado una eternidad desde la última vez que usó esa expresión. ¿Estaba intentando disculparse por no habérselo dicho la noche anterior? Claro que tampoco ella lo había dicho... El significado de esa nota empezaba a pesar sobre su conciencia. Paula pensó en otros detalles que había tenido en el pasado y que ella había creído calculadores. ¿Y si quizá, sólo quizá, esos gestos habían nacido del afecto y no de una calculadora manipulación? Le dió vueltas a esa posibilidad. Pedro había dicho muchas veces que ser abogado lo hacía tratar con gente engañosa todos los días y eso podía hacer que una persona tuviera dificultad para mostrarse cándida, para confiar en las palabras. Los actos contarían más para él.  Y era lógico pensar que su reservado ex marido hubiera intentado demostrarle su amor con hechos y no con palabras. No sabía cómo iba a convencer a Pedro para que le abriera su corazón o cómo iban a solucionar el conflicto en que se había convertido su matrimonio, pero no pensaba dejar de luchar si había una sola oportunidad de seguir juntos. De modo que salió de la oficina, absolutamente decidida. Ahora sólo tenía que encontrar la sala en la que estaba Pedro y presentar su caso de forma convincente para poder vencer a uno de los mejores abogados de Carolina del Sur. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario