jueves, 3 de abril de 2025

Recuperarte: Capítulo 29

Agustina, una mujer discreta pero sorprendentemente divertida, tomó una copa de champán mientras Marcos pasaba un brazo por los hombros de Paula.


—¿Mi hermano se está comportando? —le preguntó.


—El comportamiento de tu hermano es más o menos aceptable —sonrió Paula.


—¿Sólo aceptable? —rió Pedro, pasando el vaso por su brazo. 


—Aún no te he tirado a la piscina, pero lo haré si vuelves a hacer eso.


Pedro tomó un sorbo de refresco.


—Lo de la piscina podría ser buena idea —murmuró, volviéndose hacia su hermano, que miraba de uno a otro con cierta confusión—. Marcos, será mejor que estés atento.


—¿Por qué?


—Porque te debo una. ¿Recuerdas que me tiraste a la piscina en la fiesta que dió mamá cuando Paula y yo nos escapamos?


Agustina pasó un brazo por la cintura de su prometido.


—A los paparazzi les encantaría conseguir una fotografía tuya tonteando con Paula.


—Aguafiestas —murmuró Pedro. Su discreta cuñada sabía cómo salirse con la suya, pensó. Y quizá sería mejor dejar de tocar a Paula por el momento—. Bueno, Marcos, ¿Sigues teniendo tiempo para jugar al golf este fin de semana?


Con un poco de suerte, su ex mujer se daría cuenta de que iba a tomarse el fin de semana libre, algo que le había pedido muchas veces cuando estaban casados. Marcos se volvió hacia Agustina.


—¿Lo tengo?


—A mí no me mires. No soy tu jefe.


—Venga...


—Sí, Pedro —Agustina puso los ojos en blanco—. Marcos puede jugar contigo este fin de semana. De verdad, son como niños.


Viéndolos tan felices, Paula no puedo evitar sentir cierta envidia. Aunque se alegraba por ellos, esa felicidad en contraste con su situación le dolía un poco. Pero estaba cansada de auto compadecerse. Estaba cansada de llorar. Su vida no era perfecta, pero tenía muchas cosas por las que sentirse feliz. Tenía que pensar en su hijo, por ejemplo. Y en reavivar la pasión de su ex marido. ¿Se atrevería a atizar ese fuego otra vez? Los dos habían sufrido y... ¿Cuándo se había vuelto tan tímida?, se preguntó entonces.  Fue después de perder a Camila. Entonces dejó de tener ganas de pelear. Qué triste legado en nombre de aquella preciosa niña que le había dado tanta alegría. Se irguió entonces, preguntándose cuanto tiempo llevaba encogida. Demasiado. No sabía dónde iban las cosas con Pedro. Seguramente a ninguna parte. Aunque imaginaba que él, dado su sentido del honor, querría volver a casarse por el niño. Pero ella no estaba de acuerdo. Se habían quitado las alianzas y habían pasado página. Ni siquiera sus coqueteos podrían cambiar eso. Pero, a pesar del divorcio, aparentemente seguía habiendo algo entre ellos... Algo que tenían que solucionar antes de que naciera el niño. Miró sus anchos hombros, su postura tan masculina... Y, de repente, sintió el deseo de explorar aquella nueva atracción. Se había cansado de mantenerlo a distancia. Estaba sexualmente frustrada y era hora de que Pedro dejase de toquetearla o reconociera que también él la deseaba. 

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