jueves, 24 de abril de 2025

Recuperarte: Capítulo 46

Paula tomó su cara entre las manos para besarlo. Había hecho tanto para ganársela que había llegado el momento de que ella pusiera algo de su parte, pensó. Pedro puso una mano sobre su estómago como para tocar al niño y ella sintió el deseo de apoyarse en él y cerrar los ojos. Pero no podía dejar de pensar que estaban reviviendo el pasado. Habían pasado por eso mismo mientras esperaban la adopción de Camila, sonriendo para disimular la preocupación hasta que ya no pudieron hacerlo.


—Si seguimos así, el coche acabará rodeado de gente —bromeó—. Pero te prometo que seguiremos por la noche.


—Es una cita —asintió él, guiñándole un ojo.


Después de darle un beso en la frente volvió a colocarse frente al volante y desapareció al final de la calle. ¿Podía estar mirando los faros del coche como si fuera una adolescente enamorada otra vez?, se preguntó Paula. Quizá. Pero el miedo a que Pedro simplemente estuviera siguiéndole la corriente por el niño, como había hecho cuando Camila entró en sus vidas, era demasiado profundo. ¿Podría creer algún día que estaba genuinamente interesado en ella? ¿Podría confiar en su marido del todo? Cuando entró en la oficina, encontró a Adrián en su despacho.


—Hola, Paula. Tengo que hablar contigo un momento.


—Dime.


Su jefe cerró la puerta y se volvió hacia ella con el ceño fruncido.


—No pensarás volver con tu marido, ¿Verdad?


—¿Estabas vigilándonos? —preguntó ella, tirando su bolso sobre la mesa.


—Estaban en la puerta, a la vista de todo el mundo —respondió Adrián—. Sólo quería saber si estabas bien.


La actitud de su jefe no era muy profesional últimamente. ¿Podría tener razón Pedro?


—Agradezco mucho que te preocupes por mí, pero esto no es asunto tuyo.


—Quiero pensar que nuestra relación es algo más que la de jefe y empleada. Me considero tu amigo.


Amigos, claro. Paula se relajó un poco. Pero ni siquiera por Adrián podía contener sus emociones y su costumbre de decir lo que pensaba: 


—Yo también, pero incluso un amigo debe ser cauto cuando se trata de las relaciones sentimentales del otro.


—Mira, Paula... —Adrián metió las manos en los bolsillos del pantalón—. He hecho lo posible por disimular mientras estabas con él. Las mujeres casadas son intocables para mí.


Oh, no. Su radar femenino empezó a dar la señal de alarma.


—Como tiene que ser.


—Pero ahora no estás casada —siguió él—. Había decidido esperar hasta el divorcio, pero estoy empezando a pensar que no tengo mucho tiempo.


Paula tragó saliva. Le molestaba que dijera eso cuando ella jamás le había dado la menor indicación de que estuviera interesada en una relación sentimental con él. Además, Adrián la había visto besar a Pedro cinco minutos antes.


—No digas nada más —lo interrumpió.


Debía hacerle entender que no tenía la menor oportunidad con ella y tenía que hacerlo antes de que su relación profesional con Adrián Ward quedase rota para siempre.


—Lo lamentaré durante el resto de mi vida si no te digo lo que siento —Adrián se acercó y Paula tuvo que dar un paso atrás—. Pedro no te aprecia como debería.


—Adrián...


—Dame una oportunidad de demostrarte cómo podría ser entre nosotros — siguió él, atrayéndola hacia sí. 

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