martes, 5 de diciembre de 2023

Rivales: Capítulo 50

¡Veinte minutos! Varios concursantes soltaron una exclamación ahogada. Paula cruzó los dedos para que al menos no tuvieran que preparar un plato principal.


—La segunda…


Paula respiró aliviada: Aperitivo. Veinte minutos era suficiente tiempo. También para Pedro. Miró en su dirección y vió que la miraba con desconfianza. Que aquellos ojos que hacía apenas veinticuatro horas la miraban llenos de deseo y con un germen de futuro la observaran con tanta dureza fue como recibir una puñalada. La voz de Diego la devolvió al presente.


—Y el juez famoso de hoy es Romina Falconi, la chef ejecutiva de Mateo’s, en la Jolla, California. Es autora de tres libros de cocina de Nuevo México.


Paula repitió «Nuevo México» para sí. Lo inteligente sería permanecer alejada de ese estilo de cocina, pero jugar a lo seguro en aquel concurso representaba un peligro en sí mismo.


—¿No se te da bien? —preguntó Pedro, retador.


En lugar de disimular, Paula sacudió la cabeza. Un grave error. No convenía mostrarse débil frente al enemigo.


—¡Qué mala suerte! —añadió Pedro.


—Que yo sepa, tampoco es tu estilo de cocina.


—Tú no sabes de lo que soy capaz.


Paula tapó el micrófono que llevaba en la camisa y dijo:


—En eso estoy de acuerdo. Creía que sí lo sabía, pero… Hoy has demostrado que estaba equivocada.


—No se te ocurra… —Pedro también cubrió el micro, pero calló al acercársele un micrófono desde una grúa.


—Chefs —dijo Diego—. El tiempo empieza en tres… Dos… Uno…


Un timbre resonó en el estudio y los doce chefs salieron disparados hacia el frigorífico y la despensa. Al pasar al lado de Paula, Rafael la empujó y ella se golpeó contra una mesa. Pedro se detuvo una fracción de segundo y dijo:


—¿Estás bien?


Para contrarrestar la inmediata ternura que Paula sintió al verlo preocupado, y temiendo que mostrarse vulnerable, replicó con aspereza:


—No te preocupes por mí.


—Es verdad. Sabes cuidar de tí misma.


Aunque apenas se retrasaron unos segundos, para cuando llegaron a la despensa habían desaparecido las hierbas aromáticas y muchas verduras. Rafael volvía ya a su puesto, cargado de distintos tipos de lechuga e ingredientes para una vinagreta. Paula vió un cuenco con aguacates al fondo de un estante, pero Pedro lo tomó antes de que ella lo alcanzara.


—¡Oye! —protestó—. ¿Vas a usarlos todos?


—No —Pedro miró el cuenco en que había unos seis—. Solo un par.


—¿No vas a compartirlos?


—Paula, esto es una competición —aclaró Pedro, innecesariamente.


—¿Y todo vale en el amor y en la guerra?


Paula se arrepintió al instante de haber dicho eso. Esbozando una sonrisa, pero con mirada de hielo, Pedro contestó:


—Eso debería preguntarte yo a tí.


—Sigue acumulando ingredientes —dijo ella, alzando la barbilla—. Está claro que temes que hagamos algo parecido y que mi plato sepa mejor.


Pedro rió con desdén.


—¿Guerra psicológica? —Paula se limitó a arquear una ceja. Pedro eligió los dos aguacates más maduros y se los pasó—: Aquí tienes. Sorpréndeme.


Y tras aquellas palabras, se fue a su puesto. Paula tomó unas especias, tomates, una lata de alubias negras y un par de boniatos. Decidió hacer una especie de guiso. Para cuando llegó a su puesto habían pasado casi tres minutos. Pedro ya había pelado y deshuesado los aguacates y cortaba albahaca en tiras finas. Se movía con fluidez y manejaba el cuchillo con maestría.


—¿Miras para aprender? —preguntó él, sin volverse.


—No, solo quería asegurarme de que no te cortabas. La sangre no queda bien en el plato.


—No me corto desde que acabé la escuela.


—Pues puede que ya te toque.


Paula solo estaba bromeando, así que cuando unos minutos más tarde le oyó maldecir y al mirar vió que se sujetaba la mano con un trapo manchado de rojo, se sintió mortificada.


—¡Dios mío! ¿Te has…?


—Estoy bien.


Pedro se puso una tirita y un dedo de látex. Desde un altavoz llegó la voz del presentador:


—Quedan quince minutos.


Durante el resto del tiempo, trabajaron en silencio y concentrados, hasta que sonó el timbre que marcaba el final del tiempo.

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