martes, 16 de marzo de 2021

Conquistar Tu Corazón: Capítulo 26

 -Por lo general al príncipe no le molesta la franqueza. Anima a su personal a hablar con sinceridad para ayudarlo a mantenerse en contacto con lo que piensa la gente.


-Entonces, ¿Por qué no le dices que Joaquín necesita compañeros de juego de su edad? Sabes que es cierto-las dos ya habían tratado el tema con anterioridad, pero Laura había sido incapaz de explicarle por qué el príncipe prefería no invitar a otros niños al palacio de verano.


-Es el único tema que se niega a tratar -se movió incómoda-. No sé bien por qué. Haría cualquier cosa que pudiera hacer feliz a Joaquín.


-Salvo aquello que ambas sabemos que el niño necesita. Es posible que no quiera que vayan otros niños al palacio de Solano. Pero, ¿Por qué no mientras estamos en la villa? Aquí la situación es más relajada.


-No he sacado el tema desde que llegamos -reconoció.


-Sé que para tí es difícil -en el acto lamentó haber presionado a su amiga-. Después de todo, es tu príncipe. ¿Y si se lo planteara yo? No podrá hacerme mucho más de lo que ya me ha hecho.


-No debes intentar volver a abofetearlo, Paula -Laura pareció leerle los pensamientos.


-Me esforzaré -indicó con solemnidad-, pero no puedo prometer nada. Parece tener una habilidad especial para provocarme.


-En mi experiencia -la niñera sonrió-, las únicas personas que tienen ese poder, son las que alteran más profundamente nuestras emociones.


-Laura, no altera mis emociones y bajo ningún concepto yo perturbo las suyas -suspiró con exagerada paciencia. No pensaba confesar qué era lo que la alteraba.


-Creo que hay un viejo dicho en tu literatura sobre la gente que protesta demasiado -manifestó poco convencida.


-Eres imposible -Paula rió y se preguntó si protestaba demasiado. 


Para tratarse de alguien que no la perturbaba. Pedro estaba en su mente mucho tiempo. La atracción sexual solo explicaba en parte el anhelo emocional que despertaba en ella. Era tan nuevo para su experiencia, que instintivamente se apartaba de él. Descartó la idea. Ya podría preocuparse más adelante de su estado emocional. Por el momento, el bienestar de Joaquín era lo principal.  Una llamada anunció la entrada de una doncella, que le entregó a Paula un sobre con el sello real y su nombre escrito en él. Lo abrió y leyó la nota con curiosidad, observada por Laura.


-El príncipe quiere que me reúna con él en un cóctel que celebra esta noche -comentó-. Eso me dará la oportunidad perfecta para hablarle sobre Joaquín.


-Quizá no sea el mejor momento -Laura pareció atribulada.


-En mi experiencia, ningún momento es el adecuado para mostrar un desacuerdo con su alteza real -manifestó-. Pero por el bien de Joaquín, estoy dispuesta a correr el riesgo.


Pedro miró con desagrado la ropa que le había sacado su mayordomo. Los pantalones negros de algodón perfectamente planchados, la camisa blanca almidonada y la corbata con el monograma real eran lo bastante informales para adecuarse a la naturaleza de la reunión de esa noche, pero seguíansiendo demasiado formales para su gusto. Un hombre de vacaciones no tendría que estar obligado a vestirse de gala a menos que él lo deseara. Comprendió que se había sentido mucho más contento vistiéndose para las cenas que últimamente había empezado a compartir con Paula. Sonrió al recordar la reacción de esta cuando la invitó por primera vez a cenar con él, explicándole que era para oír el informe del día sobre Joaquín, sin saber muy bien si Paula lo creía. Cuando se reunió con él para cenar, estaba tensa, como si él estuviera listo para morderla. Admiraba el modo en que le había plantado cara, como muy pocas personas se habían atrevido a hacer en el reino. Había llegado a la cena ataviado con chaqueta y corbata, y había la encontrado con un vestido de motivos florales cuya única concesión a la formalidad era el largo hasta el tobillo. Al notar el ceño fruncido que él no había podido contener, ella se había ofrecido a cambiarse, pero había sido Pedro quien se había quitado la chaqueta y la corbata.


-Eso está mejor -había comentado ella con tono musical-. Un hombre de vacaciones debería poder vestirse como le apeteciera.


En ese momento se preguntó cuándo había empezado a influir en su manera de pensar. 

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