martes, 9 de marzo de 2021

Conquistar Tu Corazón: Capítulo 17

Se obligó a concentrarse en Joaquín. Era la solución del cobarde, pero percibía que, para retener el respeto de Pedro, no debía dejar que este viera lo vulnerable que era a su encanto. Para él solo era un medio.


-¿Me ha contratado para jugar con Joaquín? -inquirió con cierta incredulidad.


-Para jugar con él y cuidarlo. Acaba de manifestar que, según su juicio profesional, es lo que corre peligro de perder: las diversiones infantiles -le recordó.


-Sin duda sería mucho más apropiado invitar a amigos suyos al palacio de verano -sugirió. 


Una cosa era actuar como acompañante contratada, pero lo que indicaba Pedro sonaba de manera alarmante a reemplazar a una madre.


-La decisión está tomada. Como el doctor Pascale le ha dado el alta, usted será la única encargada de la diversión de Joaquín. Puede empezar esta noche leyéndole cuentos y jugando con él... como afirma que necesita. Dejaré la elección de sus actividades futuras a su juicio profesional, siempre que él obtenga tanto gozo como sea posible de estas vacaciones.


Paula sintió como si se hallara en el ojo de un huracán, con la tormenta rugiendo por todos lados. Se preguntó en qué diablos se había metido. Había imaginado un papel de maestra, pero no eso tan íntimo que proponía Pedro. Como mínimo representaría un trato mucho más cercano con él del que habían pactado, y eso la alarmaba.


-No necesita una acompañante para su hijo. Necesita una esposa -le espetó. Al oír el comentario, la cara de él se tornó sombría. Habría dado cualquier cosa por retractarse, pero ya era demasiado tarde.


-Tuve una esposa. No necesito buscarle reemplazo alguno -le recordó con frialdad.


-Lo siento -murmuró. Supuso que la había amado mucho-. No quería...


-Quería decir exactamente lo que dijo, pero se equivoca -cortó su titubeo-. En mi vida ya no hay espacio para esa clase de relación. « ¿Y para cuál tienes espacio?». 


La pregunta centelleó en la mente de Paula, aunque en esa ocasión logró contenerse para no formularla en voz alta. El tipo de compromiso que él le pedía ya era demasiado personal como para acentuarlo.  No es que Nori no le resultara delicioso. Un trabajo que principalmente consistía en jugar con el pequeño no era un trabajo. Pero, dado el efecto que tenía Pedro sobre ella, permanecer en algo que no fuera una relación profesional sería como jugar con fuego. Se puso rígida. No pensaba romper su acuerdo por una atracción que lo más probable era que hubiera sacado de su imaginación. Había estado a cargo de niños que tenían tantas necesidades como el príncipe heredero sin perder la cabeza emocionalmente. Podía repetirlo con Joaquín. «Pero, ¿Y su padre?», insistió una voz en su interior.


-En ese caso, será mejor que vaya junto a Joaquín para empezar con mis obligaciones, ¿Verdad, alteza?


Pedro la agarró del brazo y la hizo volverse.


-No es necesario que finja una docilidad que no siente. Creo que la prefiero con fuego en los ojos y ácido en la lengua.


-El fuego y el ácido pueden ser destructivos si no se los maneja con cuidado.


-Entonces deberé asegurarme de que la trato con cautela, ¿No? -la miró a los ojos.


En contra de su voluntad, el doble sentido que había en sus palabras la aturdió. Volvió a recordarle que además de monarca, era un hombre muy masculino. Automáticamente alzó las defensas.


-Acaba de advertirme que en su vida no hay espacio para esa clase de relación.


Él se mantuvo impertérrito, pero sus ojos le lanzaron una mirada desafiante.


-Dije que no necesitaba una esposa. No que no hubiera sitio en mi vida para otra clase de relaciones, como usted expone con candor.


Ella sintió un nudo en la garganta y se negó a tragar saliva para no brindarle una pista de cómo se sentía. La relación especial que compartía con Pedro hizo que se preguntara si no habían entrado ya en una mayor intimidad en el momento en que él la alzó en brazos en su playa privada. Antes de recuperarse y poder contestar, él se había adelantado para centrar la atención en su hijo. Pensó que no se refería a la oportunidad de que alguna vez pudieran experimentar esa relación que insinuaba. Sin embargo, no consiguió detener la oleada de calor que sintió al imaginar las posibilidades. 

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