martes, 15 de diciembre de 2020

Rivales: Capítulo 23

 -Eso es exactamente -sonrió Paula.


-Pero no tienes que arriesgar el cuello para saber quién eres.


-¿Estás diciendo que debería aceptar mi vida como es?


-Nadie tiene que aceptar lo que la vida le ha impuesto. Si yo hubiera hecho eso, ahora mismo estaría viviendo en la calle, probablemente drogado todo el día.


Paula lo miró. Le resultaba imposible imaginarlo de esa forma.


-¿Qué te hizo cambiar?


-Será mejor que no lo sepas -contestó él. 


No quería decirle que había sido una paliza lo que lo había despertado, porque ella no lo entendería. Como no lo entendió Jimena. Según su ex mujer, él se había hecho a sí mismo, pero nunca podría compararse con los que tenían un apellido y una posición. Pedro había soportado esos comentarios porque Horacio Alfonso le había enseñado a respetar a las mujeres y porque las opiniones de su ex mujer habían dejado de importarle para entonces. Aquella idea lo hizo pensar. ¿La opinión de la Princesa era importante para él?


-Me gustaría saberlo -dijo ella entonces.


-Muy bien. Horacio Alfonso me dió una paliza.


Ella se quedó perpleja.


-¿Nadie te protegió, nadie pudo hacer nada?


-No me hizo daño, solo me dio una lección. Horacio quería enseñarme que la violencia no era la respuesta. Yo creí que podía con todo, y él me recordó que el siguiente hombre con el que me peleara podría llevar una pistola o una navaja.


-Podrían haberte matado.


-Sí. Entonces descubrí que es mejor pensar antes de pelearse.


-¿Y qué estás pensando ahora?


Pedro la miró muy serio.


-Estoy pensando que esto es un error.


-¿Por qué? -preguntó Paula, sorprendida.


-Porque tiene que haber otra forma de arreglar esta situación.


-¿Quieres decir que preferirías darme una paliza? -preguntó ella entonces. 


Era una broma, pero decir aquello la había hecho sentirse en su poder, una idea que la asustaba y la excitaba al mismo tiempo. Él negó con la cabeza.


-Quiero decir que deberíamos olvidarnos de la apuesta y discutir esto de forma razonable.


-Creí que ya lo habíamos intentado.


-No lo suficiente.


-Por mi experiencia, cuando mis hermanos quieren que discutamos algo de forma razonable, lo que quieren es convencerme de ese algo a toda costa -dijo Paula entonces, levantándose.


-Esto no tiene nada que ver con tus hermanos. Es entre tú y yo -replicó Pedro, irritado por la comparación.


-Siempre tiene que ver con mis hermanos. Son los que gobiernan este país.


-¿Y tú?


-Yo también, cuando les conviene.


Pedro se acercó, atraído por una fuerza invisible.


-Entonces, ¿Por qué vives en Nuee, en lugar de hacerlo en la isla de los Ángeles o en Celeste? 


Paula sonrió, pero lo hizo para disimular su nerviosismo.


-Vivir aquí fue una forma de rebeldía.


-¿Y Daiana?


-Hace tiempo decidí que ella es hija única y no tiene que darle explicaciones a nadie.


-Así es cómo yo solía describirme a mí mismo.


-Y era cierto, ¿No?


-Nunca es cierto. Siempre tenemos que darle explicaciones a alguien, aunque sea a nuestra conciencia.


-¿Estás diciendo que debería dejar de ser Daiana para aliviar mi conciencia?


-¿Tú qué crees?


-Creo que estás intentando minar mi confianza para que pierda la apuesta. 

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