jueves, 16 de julio de 2020

Chocolate: Capítulo 21

—¡Vaya! ¡Es absolutamente delicioso! Lo hemos conseguido. Creo que ya tenemos un ganador. ¿Qué te parece a tí?

—Creo que Dolores me odia. Eso es lo que creo. En el momento en el que me abrazaste, perdió completamente el control.

Una rápida mirada a su ropa le confirmó que la tenía hecha un asco. Además, sus sandalias favoritas, que se había comprado en París, también estaban manchadas. Un sentimiento de total exasperación se apoderó de ella. Tenía dos opciones. O ver el lado positivo de verse cubierta de chocolate y reírse de lo ridículos que los dos estaban, que era precisamente lo que parecía estar haciendo Pedro, o pensarse qué era lo que estaba haciendo allí, con aquel hombre alocado y con la alocada idea de participar en un concurso que iba a celebrarse dentro de unos pocos días. Efectivamente, el cacao de él era maravilloso, pero ¿Qué estaba haciendo ella allí? ¿Cómo había sido tan estúpida para confiar su reputación profesional en manos de… un niño grande? Un niño muy guapo y sexy al que había estado a punto de besar hacía unos minutos. Gran error. Se sentía cansada, hambrienta y sucia por el chocolate, pero agradecía que Dolores hubiera evitado que cometiera una gran estupidez. Miró a Pedro y vió que tenía las manos en las caderas como si aquello fuera lo más divertido del mundo. En aquel momento, su cerebro le repitió de nuevo que estaba cometiendo un grave error. Debería montarse en su coche y marcharse a Londres lo más rápido que pudiera.

—Tal vez debería haberme ocupado de encontrar medidas de seguridad —comentó con una carcajada mientras se encogía de hombros y miraba a su alrededor.

Paula no se lo podía creer. Lo estaba volviendo a hacer. Estaba permitiendo que otro hombre guapo la cegara y desviara su atención de lo que de verdad tenía que hacer. Realmente, era muy atractivo, pero no debía olvidar que también era responsable de todo aquel lío. Esperaba que, en cuestión de días, se presentara en una conferencia profesional. Además, aunque ganaran, ¿podría estar segura de que él podría producir cacao con la misma calidad año tras año? Todo aquello parecía ser una enorme broma para Pedro, un gran entretenimiento.  Se había prometido que jamás volvería a cometer el mismo error que el que había cometido con David Barone, su antiguo novio de París. No arriesgaría su carrera futura por alguien que no fuera tan dedicado y apasionado como ella. Su tío, Chef Barone era el dueño de Barone Fine Chocolate, un maestro chocolatero que había dedicado su vida al trabajo. Paula se había equivocado al pensar que David sentía lo mismo. Desgraciadamente, en aquellos momentos estaba cometiendo el mismo error con Pedro Alfonso. Peor aún. Había estado a punto de besarlo. Y, en aquellos momentos, él estaba muerto de risa porque el trabajo de toda una mañana se había visto desperdiciado. Había sido una estúpida. Se lamió los labios y saboreó el chocolate. Él tenía razón. Era delicioso y habría sido aún mejor con el tiempo correcto de mezcla y un par de ajustes en los ingredientes. Después de lo ocurrido, tendrían que volver a empezar. Ella no sabía si echarse a reír o a llorar. Por lo tanto, le dijo la verdad.

—Pedro, este chocolate es muy bueno. Sé que podría realizar postres espectaculares con él, pero necesito más que eso. Necesito alguien en quien pueda confiar. Alguien que se tome su trabajo en serio. Alguien que mire al futuro. Alguien que pueda seguir suministrando cacao de esta calidad —dijo. Él la observaba sumido en un silencio absoluto—. Lo siento, pero esto no está funcionando para mí. Tienes que encontrar otro chef con el que trabajar —añadió mientras daba un paso atrás—. ¿Te importa que utilice tu cuarto de baño antes de regresar a Londres?

No hay comentarios:

Publicar un comentario