No. No estaban funcionado. Paula abrió los ojos lentamente. Vió que Pedro estaba medio inclinado delante del frigorífico, con su delicioso trasero levantado, de modo que los pantalones se le habían caído un poco más. La ruda tela rozaba las piernas desnudas de Paula y, para horror de ella, un escalofrío de delicioso placer le recorrió su traidor cuerpo. No. No se iba a dejar llevar, y mucho menos cuando sabía que había puesto sus esperanzas en un soñador con delirios de grandeza. Pedro era un hombre apasionado, encantador y atractivo, pero no por eso dejaba de ser un soñador. Normalmente, le gustaban los soñadores. Ella misma lo era, pero había un momento y un lugar para los sueños y aquel no lo era.
—En realidad —murmuró ella—, hay algunas cosas que se te olvidó decirme cuando me sugeriste que viniera aquí para… ¿Cómo lo describiste? Ah sí. Una reunión de planeamiento. Planeamiento. Sí. Esa fue la palabra que utilizaste.
Se giró hacia él y colocó una mano sobre la encimera. Con la otra, empezó a señalarle al pecho al tiempo que lo miraba fijamente a los ojos.
—Ni en una sola ocasión me mencionaste el hecho de que tú aún tienes que hacer el chocolate que necesito dentro de tres días. Eso me da dolor de cabeza con solo pensarlo. ¿Tienes idea de la cantidad de trabajo que eso implica? El tiempo de mezclado es crucial. No sé si vamos a necesitar nueve o diecinueve horas. Todo depende del nivel de mantequilla de cacao y de otros diez factores que deben conjugarse para conseguir hacer algo que merezca la pena.
Cerró los ojos y respiró profundamente porque el corazón estaba empezándole a latir demasiado alocadamente. Inmediatamente, sintió que unos fuertes dedos le agarraban el codo y que le acercaba una silla de plástico. Antes de que pudiera quejarse o darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, Paula sintió que la obligaba a sentarse en la silla.
—Hace mucho calor —dijo él—. ¿Quieres un vaso? —le preguntó mientras le abría una lata de refresco.
Le entregó a Paula inmediatamente la lata y ella bebió varios tragos del refresco.
—Está bien, gracias…
—Sé lo que estás pensando —dijo él mientras se bebía una lata entera y se sentaba en otra silla—. Estate tranquila. Freya no sabe que tengo un alijo secreto de comida basura aquí. Es solo para adultos.
Paula dejó escapar el aire muy lentamente. Entonces, abrió los ojos y luego bebió otro poco de refresco.
—Eso no era exactamente lo que yo estaba pensando… —susurró mientras señalaba a Dolores con la barbilla.
Pedro giró la silla de manera que los dos quedaron sentados mirando el robot de cocina.
—Entiendo —dijo—. ¿Sabes una cosa? Llevo trabajando con el mismo equipo en la finca toda la vida. Ellos me conocen y yo les conozco a ellos. Como resultado, parece que mi habilidad para la comunicación deja mucho que desear. Lo siento. Intentaré hacerlo mejor en lo sucesivo.
—¿En lo sucesivo?
—Eso espero, sí. Yo sigo teniendo que hacer chocolate, pero me daba la impresión de que una maestra chocolatera como tú tendría su propia receta. Estaría perdiendo el tiempo y los ingredientes si hubiera hecho algo que no estuviera a la altura de lo que tú esperabas. Sin embargo, entiendo que prefieras marcharte a pasar la tarde con tu novio en Londres en vez de mezclar chocolate con un aficionado completamente loco.
Paula no lo pudo soportar más. Se levantó para caminar un poco mientras se tomaba lo que le quedaba de refresco. Pedro le estaba ofreciendo la posibilidad de crear su propio chocolate. Eso nunca se le había ocurrido. Era el premio que siempre había querido, pero del que se había mantenido alejada hasta que empezó a trabajar en Barone en París, que era lo suficientemente grande para justificar el gasto. Era una idiota. Él la estaba tratando como a una profesional y lo único que ella estaba haciendo era quejarse. Ni siquiera Marcos esperaba que ella fabricara su propio chocolate. Era patética. Debería estar avergonzada. Se dio la vuelta y se apoyó contra el fregadero. Pedro seguía sentado.
—Está bien.
—¿Que está bien?
—Sí. Tal vez no tenga un novio esperándome en Londres ni esta noche ni ninguna otra, pero sí tengo una receta familiar para el chocolate que siempre he querido confeccionar. Llevo esperando tres años para tener la oportunidad de ver si sabe tan delicioso como espero.
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