—Sí que la hay —la abrazó y ella sintió la felicidad de estar entre sus brazos. Un diminuto pedazo de paraíso para disfrutar antes de separarse.
—El primer día, cuando me abriste la puerta, fue como ver el fantasma de Laura. El parecido era asombroso —Paula cerró los ojos—. Había diferencias también. Pero yo te vi como si fueras ella —respiró hondo—. Por eso no confiaba en tí al principio —¿Qué? Paula intentó incorporarse para mirarlo a los ojos, pero él la abrazó más fuerte—. Llegué a la conclusión de que habías tomado drogas. Y cuando te ofrecí dinero por venir a ayudar a Camila, de nuevo estaba funcionando mi prejuicio.
¿La había juzgado mal porque le recordaba a su esposa? La mente de Sophie hervía llena de preguntas.
—Hasta que no te conocí no me dí cuenta de lo equivocado que estaba. Descubrí que eras generosa, compasiva y honrada —suspiró—. No te parecías en nada a Laura, excepto en lo más superficial. E incluso la similitud física desapareció cuando empecé a desearte. Sólo a tí. Por tus ojos brillantes y apasionados. Por el tacto de tus manos.
Aturdida, Paula podía sentir la emoción en su voz, apreciar el temblor que lo sacudía a través de las manos que tenía en sus hombros.
—La noche que nos besamos, ¡Christos! Estaba aterrorizado por cómo me hiciste perder el control. Te habría poseído allí mismo, en el pasillo. Nunca había experimentado nada así. Cada argumento a que había recurrido para mantenerme a distancia se desintegró. No tenía defensa contra tí, así que me comporté brutalmente para apartarte de mí. Era lo único que podía hacer para no aprovecharme de tí.
¿Aprovecharse? ¿Así había visto él el fuego de pasión mutua? Paula intentó salir de su abrazo lo suficiente para sentarse y mirarlo. Estaba sombrío, los ojos oscuros llenos de turbulentas emociones.
—Me insultaste, me hiciste sentir basura, ¿Sólo porque no confiabas en tu libido?
—No podía confiar en mí para protegerte.
—¿Protegerme? —su voz se elevó al sentirse ultrajada por el recuerdo de su dolor—. ¿Y estabas protegiéndome cuando me usaste y después me dejaste como algo vergonzoso? ¿Estabas protegiéndome cuando me acusaste de estar planeando pedirte dinero para un aborto? ¿Cuándo me querías en tu cama a tu disposición?
—Tienes razón —dijo con voz avergonzada—. Soy un hombre sin honor. Te he tratado fatal, pero no puedo creer lo que siento por tí —siguió—, me supera y he reaccionado mal. No quería creerlo, quería no creer que te amaba.
¡Amor! ¿Era una broma cruel?
—Cuando ayer me rechazaste, empecé a darme cuenta del daño que te había hecho y de lo que te necesitaba.
Paula lo miró a los ojos y sintió cómo su enfado empezaba a disolverse.
—Háblame de Laura —susurró ella dándose cuenta de que el pasado era la clave.
—Era hermosa, mimada, llena de vida —dijo en voz baja—. Fue un matrimonio de conveniencia, no por amor. Yo quería una esposa y ella estuvo encantada de aceptarme —sonrió con amargura—. Hay mujeres que me ven como una presa.
Paula ignoró el último comentario, sorprendida por la sangre fría con que se podía diseñar un matrimonio. Parecía que su abuelo no era el único que pensaba que casarse y quererse no tenían ninguna relación.
—Me pareció suficiente en ese momento, Paula —murmuró—, pero claro, no te había conocido.
Lo miró aturdida. La esperanza resurgía dentro de ella.
—A Laura le gustaba ser el centro de atención. Estaba acostumbrada a las fiestas y a la diversión. Al estilo de vida extravagante. Cuando nació Camila, pensé que se asentaría, su vida tendría un objetivo, alguien de quien cuidar.
Paula se descubrió preguntándose por qué se había casado su prima. Desde el principio había pensado que porque estaba enamorada.
—Pero sufrió una terrible depresión y rechazó a la niña —siguió Pedro—. Hubo que ingresarla y, cuando volvió a casa, a pesar de la medicación, su humor era impredecible, su conducta extrema —hizo una pausa para respirar hondo—. La única constante era que rechazaba hacer nada con Camila a no ser que la obligaran.
Paula sintió que el corazón le daba un vuelco. Por Camila, por Pedro. Y por su prima Laura. ¡Cuánto debían de haber sufrido todos!
—Descubrí que el estado de Laura se había exacerbado por el alcohol y las drogas que sus amigos le habían estado dando en secreto.
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