martes, 4 de marzo de 2025

Compromiso Fingido: Capítulo 49

Florencia se dejó caer sobre el respaldo de su asiento y atacó otro panecillo. El restaurante era tan ruidoso que podían hablar sin temor a que nadie las oyera.


—Supongo que entonces no tendremos el placer de torturar a tu atractivo candidato.


—No —repuso ella con media sonrisa.


Romina tomó su mano y acarició su dedo anular.


—Esto va a liberar tu agenda de nuevo —le dijo su hermana. .


Se quitó las gafas de sol. No quería esconderse y necesitaba ver la vida con claridad.


—No te preocupes. Yo me encargaré de todo lo concerniente a las reparaciones para poder abrir Beachcombers de nuevo. 


Romina y Florencia se miraron a los ojos. Después, Romina sacó una carpeta de su bolso.


—La verdad es que estábamos a punto de volver a buscarte cuando oímos lo de las fotos de hoy.


—¿Por qué?


Sus hermanas se quedaron calladas.


—Por favor, yo he sido sincera con ustedes, cuenten qué pasa.


Romina, siempre tan pulcra y organizada, retorció la servilleta que tenía en las manos. No parecía ella.


—No te hemos mentido, pero la verdad es que no te hemos contado algunas ideas que hemos tenido sobre lo de la reconstrucción de la casa —le dijo Romina.


—¿Qué quieres hacer con tu vida después de las elecciones si Pedro y tú no siguen juntos? —le preguntó entonces Florencia.


—Bueno, pensé que estaría muy ocupada reconstruyendo Beachcombers y preparándolo todo —les dijo—. ¿Qué es lo que no me están contando? ¿Es que hay algún problema con la compañía de seguros?


—No, no se trata de eso —intervino deprisa Romina.


—Muy bien. Les agradezco mucho cuánto me han ayudado y protegido siempre —les dijo con sinceridad—. Pero ya no soy esa niña tímida e insegura de entonces. ¿Pueden empezar ya a tratarme como la adulta que soy?


Florencia tomó sus manos entre las de ella.


—Te queremos mucho y no podemos evitar preocuparnos.


—Gracias —repuso ella tomando también la mano de Romina—. Yo también las quiero. Pero, me pueden decir, ¿Qué es lo que pasa? Venga, Romi, dime la verdad.


—Hemos estado pensando que quizás debiéramos contemplar otras opciones que no sea reabrir Beachcombers.


Las palabras de Romina la dejaron muda. No se lo esperaba. Le costó recuperarse lo suficiente como para poder hablar de nuevo.


—¿Estás hablando de derruir la casa de tía Silvia?


—No, no es eso —repuso Florencia con firmeza—. Pero podríamos usar el dinero del seguro para restaurar la casa y dejarla tal y como fue. Después podríamos venderla y dejar que una familia viva y crezca en esa mansión.


Romina se acercó a ella y la miró a los ojos.


—Podríamos dividir el dinero entre las tres y sería suficiente como para que cada una pudiera invertirlo en lo que nos gusta de verdad. Yo podría abrir un negocio de servicio de comidas con un horario más flexible que me permitiera cuidar a mi hija —miró entonces a Florencia.


—Y ¿tú piensas lo mismo?

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