Entonces miró a Ward, que estaba muy ocupado babeando sobre sus zapatos de Prada. ¿Qué pensaría aquel tipo del embarazo de Paula?
—Ni se te ocurra —dijo ella entonces, clavando un dedo en su pecho.
—¿No debería saberlo tu jefe? —le preguntó Pedro al oído, mientras fingía estar muy interesado acariciando a Rocky.
—Se lo diré yo, cuando me parezca. Y deberías ser lo bastante inteligente como para no hacerme enfadar en este momento.
Sabía que Paula no iba a robarle a su hijo, pero él lo quería todo: Al niño y a ella. De modo que debía ser diplomático.
—¿Ha habido algún problema en la vista? —preguntó Ward.
—No, el divorcio es oficial —dijo ella—. Gracias por invitarme a cenar... Pero la verdad es que estoy agotada. Otro día, Adrián.
La preocupación por su salud se mezcló con el alivio cuando vió que Paula rechazaba la invitación. Mientras lo acompañaba a su Jaguar, Pedro recordó sus paseos por la playa de noche... Memorables, pero no frecuentes últimamente. Seguir con su trabajo mientras intentaba conquistarla de nuevo no sería fácil, pero a él siempre le habían gustado los retos. ¿Y quién necesitaba dormir? Paula estaba atravesando el camino de piedra que ella misma había diseñado. Le había preguntado su opinión, por supuesto, pero ese tipo de cosas se las dejaba a ella, que era la experta.
—Gracias por no decir nada. Aún no estoy preparada para contárselo a todo el mundo. Necesito tiempo para acostumbrarme... Además, quiero estar segura de que todo va bien.
—Lo entiendo.
Pensar que pudiera perder el niño otra vez, recordar el infierno que tuvo que pasar tantos años atrás, cuando estuvo a punto de morir de una hemorragia, hizo que se le encogiera el corazón. Y se negaba a pensar en la niña que habían perdido unos meses antes. Ni siquiera podía pronunciar su nombre por el dolor que provocaban esas dos sílabas.
—¿Te importaría no contárselo a tu familia todavía?
—Yo creo que eso es algo que deberíamos hacer juntos. Pero lo haremos cuando tú digas.
—No puedo creer que estés siendo tan razonable. Pero la verdad es que eso significa mucho para mí.
—Que estés contenta es una prioridad en este momento.
Ella apartó la mirada.
—Sí, claro. El niño es lo primero.
—Tú me sigues importando —sonrió Pedro.
Y lo decía en serio. La deseaba y quería estar con ella. Aunque no sabía muy bien si algún día se entenderían como pareja, tenían algunos recuerdos preciosos. Eso y el niño sería suficiente. Tenía que serlo.
—Es imposible que no me importes después de nueve años de matrimonio.
Pedro vió que le temblaban los labios. Qué ironía que hiciera falta un divorcio para suavizar a Paula, pensó. No pensaba desperdiciar esa ventaja, pero cuando iba a acariciar su cuello los faros de un coche iluminaron el porche.
—¡Paula! —la llamó Ward—. No olvides que mañana tenemos que ver a Marcos y su prometida para discutir los detalles de su nueva casa.
Pedro apartó la mano. No iba a poder evitar que Adrián y Paula fueran juntos a casa de su hermano, pero al menos sabía dónde iba a cenar él al día siguiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario