martes, 4 de marzo de 2025

Compromiso Fingido: Capítulo 53

Sin darle tiempo a reaccionar, Pedro la tomó en brazos. Le recordó al fatídico día del incendio, cuando él la sacó de la casa en llamas. Los encargados de su campaña electoral aplaudieron y silbaron al verlos así. No podía creer que sólo hubiera pasado una semana desde el fuego en Beachcombers. Atravesó deprisa las oficinas hasta llegar a su despacho. Una vez dentro, cerró la puerta con una patada y ella, sin soltar su cuello ni un momento, dejó de nuevo los pies en el suelo. No entendía cómo podía haber pensado que sería capaz de renunciar a aquello. Él besó su cuello y se acercó a su oreja.


—Has estado…


—¿Increíble? —sugirió ella con una gran sonrisa.


—Desde luego —confirmó Pedro—. No puedo creer que quisiera protegerte de la prensa. Debería haber dejado que te enfrentaras a ellos desde el principio.


Ella no estaba tan segura. No creía que hubiera sido capaz de hacerlo el primer día, cuando vió en la prensa las escandalosas fotografías de ellos dos. Pero durante esa semana había aprendido mucho sobre ella misma y sobre el amor. Había descubierto que había muchas cosas más importantes en la vida que lo que los demás pensaran de ella.


—Me alegra haber sido de ayuda, eso es todo. Creo en tí y en lo que representas.


—Gracias. Eso significa para mí más de lo que piensas. Siento mucho lo que pasó esta tarde —le dijo Pedro tomando sus manos—. Quiero hablarte de Brenda.


—No tienes que hacerlo —repuso ella—. Lo entiendo.


—Pero necesito decirlo —insistió Pedro—. Debería habértelo dicho de otra forma, pero es que no tengo demasiada práctica hablando del pasado. De hecho, no tengo ninguna.


—¿No le contaste a nadie lo de Brenda? —preguntó con incredulidad.


Le emocionó que hubiera confiado en ella lo suficiente como para contarle algo tan importante de su pasado, algo que no le había dicho nunca a nadie. Le parecía increíble que la pusiera por delante de su propia familia.


—Nadie llegó a conocerla en mi familia y yo tampoco conocí a la suya. Nadie supo nunca hasta qué punto íbamos en serio. Tú eres la primera.


No se le pasó por alto la importancia de que se lo dijera a ella ni hasta qué punto se sentía cerca de Pedro en esos instantes.


—Gracias por elegirme a mí para hablar por primera vez de ello.


Se arrepintió de su reacción de esa tarde y de lo defensiva que había estado con él después de que le hablara de Brenda. Pedro tomó entonces su cara entre las manos y sus ojos verdes la miraron con intensidad. 


—Quiero que entiendas que ese pasado no empaña de ninguna forma lo que siento por tí —le dijo él mientras le acariciaba los labios con los pulgares—. Y, para aclarar las cosas y evitar que tengas dudas sobre lo que siento por tí, te lo diré bien claro. Te quiero, Paula Chaves. Te quiero.


Eran las palabras mágicas. Tan especiales que ni siquiera se había atrevido a soñar con ellas. Pero pensó que quizás fuera mejor así. La realidad estaba ganando a su imaginación por goleada.


—Sé que me quieres, pero me encanta oírlo —le dijo ella con emoción—. Y resulta muy conveniente, la verdad, porque yo también te quiero.


Pedro exhaló con fuerza y se dio cuenta de que había estado conteniendo el aliento, esperando su reacción. Metió entonces la mano en el bolsillo de su chaqueta y le enseñó lo que contenía, era su anillo de compromiso.


—Entendería que quisieras uno distinto para representar este nuevo comienzo. Pero, de un modo u otro, quiero que esta vez nuestro compromiso sea real.


Colocó su mano sobre la de Pedro, sobre el diamante y sobre la promesa real que simbolizaba.


—Éste es el que quiero. No cambiaría nada de nuestro pasado porque todo lo que ha ocurrido es lo que nos ha llevado hasta este momento tan perfecto. Sí, me casaré contigo.


Pedro la besó con fuerza en los labios. Después se apartó y la miró sonriente.


—No te voy a dar tiempo a que cambies de opinión —le dijo mientras le colocaba de nuevo el anillo.


Ella cerró el puño, sujetando la sortija en su sitio.


—Nadie podría sacármelo del dedo —le aseguró ella.


—De eso estoy seguro. Eres más fuerte de lo que pensaba.


Creía que Pedro tenía razón. Ella era la primera sorprendida con su renovada seguridad. Se colgó del cuello de su prometido y se puso de puntillas para besarlo de nuevo. Era el final perfecto para un día perfecto.


—Estoy más que preparada para hacer que esta relación sea real. 

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