martes, 25 de marzo de 2025

Recuperarte: Capítulo 18

 —Has sido mi nuera durante nueve años y eso no es algo que uno olvide tan fácilmente.


Oh, no, las hormonas otra vez haciendo de las suyas mientras miraba a Ana con una nueva perspectiva: Como la abuela de su hijo. ¿Por qué no podían celebrarlo? Pedro y ella habían soñado con ese momento tantas veces... Y lo habían experimentado el día que Camila llegó a sus vidas. Una lágrima escapó de sus ojos entonces.


—No sé qué decir... Gracias, tú también eres muy especial para mí.


Ana sacó un pañuelo de papel.


—Me alegra saberlo.


Mientras intentaba contener la emoción, Paula se preparó para enfrentarse con el resto del grupo, esperando que fuesen tan amables como Ana. Siendo hija única, seguía sintiéndose un poco abrumada por la familia de Sebastián, pero aquel día no estaría todo el mundo; el segundo hijo, Juan Pablo, estaba en las fuerzas aéreas y acababan de enviarlo a Afganistán.


—Nos alegra verte antes de irnos a Washington —Carlos Renshaw, el padrastro de Pedro, pasó un brazo por los hombros de su mujer.


El antiguo piloto de las fuerzas aéreas ahora servía en la Plana Mayor del ejército, de modo que Ana y Carlos dividían su tiempo entre Carolina del Sur y la capital de la nación. El hermano mayor de Pedro, marcos, estaba sentado al lado de su prometida, Agustina. Y la pareja se miraba con tanto amor que Paula tuvo que apretar el pañuelo que tenía en la mano.


—Hola, Paula —el más joven de los Alfonso, Bautista, la saludó apartándose el flequillo de la cara.


Un ladrido llamó su atención entonces hacia la playa y cuando levantó la mirada vió a Frida... Corriendo con Pedro. ¿Había salido temprano del bufete? Sorprendida, se permitió un segundo para observarlo jugando con la perra, su perra ahora. Incluso se había cambiado el traje por un pantalón corto y una camiseta. Con el pelo alborotado por el viento estaba guapísimo, pensó. ¿Qué locura era ésa de sentirse más atraída por él ahora que antes del divorcio? ¿Sería porque ahora no lo podía tener?  ¿O el resultado de su desorden hormonal? Marcos Alfonso se levantó de la silla para saludarla.


—Gracias por venir. Espero que no te importe que miremos los planos aquí mismo.


—No, claro que no —sonrió Paula.


Lo que quería era marcharse, pero ¿Quién podía discutir teniendo enfrente aquella vista de un millón de dólares? La vista de la playa, no la de Pedro. Paula intentó concentrarse en el trabajo, haciendo lo posible por no mirar a su ex marido, que subía los escalones del porche.


—Me alegro de estar aquí. Adrián vendrá enseguida y...


—Hola, preciosa.


Después de eso hubo un incómodo silencio. Afortunadamente, Frida llegó corriendo a su lado, ofreciéndole una alternativa.


—Hoy has salido temprano de trabajar, ¿No? —Paula se inclinó para acariciar a la perrita.


—Un hombre tiene que cenar.


Ella se contuvo para no recordarle cuántas veces había cenado en la oficina. ¿Estaría haciendo un esfuerzo por el niño?, se preguntó. De ser así, sólo el tiempo diría si podía seguir haciéndolo. 

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