martes, 18 de marzo de 2025

Recuperarte: Capítulo 10

 —Dime, Paula. ¿Por qué esperar cuatro días para ver al médico si no puedes comer y te vas desmayando por las esquinas?


Paula miró a su ex marido y experimentó un lazo con las mariposas a las que pinchaban con un alfiler. De alguna forma, Pedro sabía que tenía un secreto y no pensaba dejarla ir hasta que la hubiera sonsacado. ¿Los abogados recibían un detector de mentiras cuando les daban el título? Tenía dos pociones, la primera no contestar y esperar el veredicto del médico el viernes. Si no estaba embarazada, no tendría que decirle nada. Salvo que sabía en su corazón que, contra toda posibilidad, llevaba un niño dentro. Lo cual la llevaba a la siguiente opción: decirle la verdad ahora porque, si no lo hacía, él se cabrearía mucho cuando lo supiera. Y con razón.


—Sobre ese día hace dos meses, en tu coche...


—Me acuerdo —dijo él, con los ojos brillantes.


Claro que se acordaba, pero la admisión le recordó la pasión de su último adiós. Casi podía oler la lluvia y el sexo en el aire...


—No usamos nada.


Pedro frunció el ceño.


—Pues claro que no. Tú no tomas nada y yo no tengo por costumbre llevar preservativos en el bolsillo porque... No los necesitamos.


Luego sacudió la cabeza, volvió a mirarla y sacudió la cabeza de nuevo, incrédulo.


—¿Estás embarazada?


Ella asintió, encogiéndose de hombros, incapaz de pronunciar esas palabras después de haber tenido que acostumbrarse a la idea de que nunca tendría esa oportunidad. Él se dejó caer sobre un sillón, su rostro absolutamente inexpresivo, aunque un poco pálido.


—Estás embarazada.


—Creo que estoy de dos meses.


Pedro se pasó una mano por la cara.


—Ya me imaginaba lo de los dos meses. 


—Gracias por no preguntar de quién es el niño.


No hubiera podido soportar esa acusación en un día en el que sus emociones estaban desnudas.


—Parece que no soy tan imbécil como crees.


—No, pero solías cuestionar mi horario de trabajo.


Le había preguntado sobre las horas que pasaba con su jefe más de una vez. Sí, Adrián Ward tenía reputación de mujeriego, pero Pedro debería saber que podía confiar en ella. Le habían dolido mucho sus infundadas sospechas. El juraba que podía leer la verdad en los ojos de la gente, pero con Paula, por lo visto, no era así.


—¿Estás intentando buscar pelea sacando el tema de Adrián Ward?


—No, claro que no. ¿Para qué? Con una prueba de ADN sería fácil demostrar quién es el padre.


Pedro se levantó y empezó a pasear, apoyando luego las manos en la ventana. Sus anchos hombros parecían querer salirse de la chaqueta.


—Vamos a tener un hijo.


También a Paula le parecía irreal. 

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