jueves, 19 de diciembre de 2024

Prisionera De Tu Amor: Capítulo 36

Poco tiempo después, Pedro estaba en el balcón de la opulenta habitación de hotel, con una toalla alrededor de la cintura. La luna se reflejaba en el río Liffley. Le dió un trago a su vaso de whisky escocés, pero nada conseguía calmar su excitación. Ni siquiera la ducha fría que acababa de darse. ¿En qué diablos estaba pensando al negarse el placer de estar con una mujer? Aunque fuera Paula Chaves, con todas las complicaciones que eso implicaba. La clave estaba en cómo ella lo miraba. Y en las preguntas que le hacía, que le llegaban a lugares recónditos del corazón que nadie había tocado en mucho tiempo. Maldijo. Le había hablado de Francis Fortin. Ese hombre había sido uno de sus ángeles de la guarda cuando había sido un niño y le había enseñado todo del fantástico mundo de los caballos y las carreras. En honor a él, había llamado El legado de Fortin a su primer caballo. Aunque no estaba acostumbrado a hablar de Francis con nadie. Era un recuerdo demasiado personal, demasiado íntimo. A veces, se le encogía el corazón al pensar en cuánto lo echaba de menos. Sin embargo, hablara o no de Francis, seguía deseando a Paula. Se dió cuenta de que el haberse negado la satisfacción de llevarla a la cama no le había servido de nada. Más bien, lo estaba volviendo loco. La deseaba en el plano físico. Eso era todo. Quizá, ella sintiera lo mismo. Tal vez, si le recordaba que lo que había entre ellos era pura atracción carnal, Paula dejaría de hacerle preguntas sobre temas en los que él no quería pensar.



Paula quedó segunda en la siguiente carrera. No ganó, aunque obtuvo una posición más que respetable. Simón estaba loco de contento. En cuanto a Pedro, ella no pudo descifrar lo que pensaba. Su expresión era siempre tan misteriosa… Habían pasado unos días desde la fiesta y apenas lo había visto. Al parecer, había estado en Dublín, ocupado en reuniones de trabajo, y había visitado París mientras tanto. Se dijo que no debía importarle, mientras se miraba al espejo en el baño de la zona VIP. Se colocó la falda de encaje color crema que llevaba con una blusa a juego. Se sentía demasiado arreglada. Pascal le había dicho que tenía que ponerse elegante para las fotos que saldrían en la prensa, así que se había puesto uno de los trajes que la estilista le había dejado. Se había recogido el pelo en un moño en la nuca y llevaba uno de esos ridículos y pomposos sombreros. Suspiró, esperando tener un aspecto presentable, y salió del baño para encontrarse con Pascal. Cuando entró en la suite donde habían quedado, estaba vacía. Había algunos refrescos y aperitivos preparados en una mesa, pero los ignoró y se sirvió solo un vaso de agua. No quería que la sorprendieran con la boca llena. Desde la habitación, podía verse a la perfección la pista de carreras. Oyó que la puerta se abría y se giró, esperando encontrarse con André y los periodistas. Pero no era André. Era Pedro. Con un esmoquin impecable, parecía primitivo y civilizado al mismo tiempo. La recorrió de arriba abajo con su oscura mirada, mientras a ella le subía la temperatura varios grados.


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