martes, 18 de abril de 2023

Refugio: Capítulo 45

Todo el mundo quería hablar con Pedro porque la noticia del premio se propagó rápidamente entre el público asistente. Paula estaba a su lado hablando únicamente cuando le dirigían la palabra, pero disfrutando de la perspectiva externa del teatro. Le apetecía mucho ver el resto de los detalles que había creado él con su equipo. Era un conjunto fascinante, cálido y con personalidad. Ella se lo podía imaginar como un lugar muy apreciado por los londinenses. Una vez dentro, el escenario se proyectaba ligeramente sobre el auditorio, consiguiendo una sensación de intimidad difícil de igualar. Paula se figuraba que las diferentes partes de la escena se podrían moldear de acuerdo con las necesidades de cada producción. La joven estaba deseando conocer al detalle el conjunto de la obra de Pedro. Sin embargo, no era el momento apropiado para visitar más edificios. Al contrario, el cocktail comenzó en seguida. Los asistentes hablaban entre sí, decían cosas brillantes e ingeniosas. Mientras tanto, Paula sonreía sin parar, hasta que le dolió la mandíbula. Segundos después, empezó la ceremonia de apertura. Pedro se fue a toda velocidad a escena con las personalidades oficiales, que estuvieron un buen rato comentando lo importantes que habían sido los edificios de la fábrica de cerveza para la comunidad local. También elogiaron el proyecto de él y su equipo, por haber restaurado y reciclado el complejo industrial, convirtiéndolo en un centro cívico de referencia. A continuación, las autoridades del distrito elogiaron el papel de Pedro en la nueva etapa de la obra arquitectónica.


—Decidimos sacar a concurso internacional la puesta en marcha del proyecto. Parecía lo más sensato teniendo en cuenta que los edificios tenían que resultar un lugar emblemático, a las puertas del segundo milenio. Recibimos miles de proyectos como respuesta y uno de ellos era el de Pedro Alfonso. Se trataba de un arquitecto joven, sin mucha andadura, pero con una idea muy concreta de lo que tenía que ser una obra de este calado. Sus diseños nos parecieron muy buenos y el proceso de su elaboración mostraba una madurez propia de un profesional experimentado. El hecho de ser el supervisor de todo el proyecto le hizo ganar numerosos puntos por su categoría no sólo como director sino también como ser humano. Su equipo tuvo que competir con un gran número de participantes procedentes de todo el mundo. Pero, por lo que podemos ver esta noche, está claro que hemos acertado confiando en él. Acaban de comunicarnos que le han otorgado el Premio de Diseño por este proyecto y estamos orgullosos de habernos asociado con él. ¡Enhorabuena, Pedro! Señoras y señores, con ustedes, Pedro Alfonso.


—Muchas gracias —dijo Pedro, con una amplia sonrisa—. Nuestra idea desde el principio fue ganar un desafío, y no estábamos seguros de haberlo conseguido. Pero esta noche, aquí, mi equipo y yo estamos seguros de haber acertado con nuestra filosofía. Gracias a Dios hemos terminado a tiempo, omitiendo las travesuras de algún pequeño duende que nos ha jugado malas pasadas.


El público rió con la broma y Pedro continuó hablando.


—El premio lo hemos recibido como una enorme gratificación. Desde aquí le doy las gracias a todos los miembros del equipo. Deseamos de todo corazón que los habitantes del distrito puedan disfrutar de las posibilidades de ocio que ofrece este centro cívico. Les damos las gracias por haber podido crear este lugar insignia para todos ustedes. Gracias por haber confiado en mí.


Cuando Pedro hubo terminado su pequeño discurso, se sentó en su asiento con un clamor de aplausos. El concejal del distrito descubrió una placa conmemorativa de la inauguración y, a continuación, invitó a los asistentes a una cena en el restaurante del centro. También comunicó a los invitados que había una muestra en la sala de exposiciones sobre la evolución de las obras de restauración. Entre tanto, Paula estaba perdida entre el gentío que reía y hablaba en alto, esperando a que regresara. Por fin, llegó. Todo el mundo quería charlar con él; señoras enjoyadas y esbeltas junto a sus maridos, le paraban para saludarle. Los intelectuales, que iban elegantemente vestidos y disfrutaban con sus brillantes conversaciones, también le detenían para tener unas palabras con él en esa noche tan especial. Por fin, Pedro se acercó a Paula y se la llevó con él, presentándosela a todo el que le dirigiera la palabra. Le tomó la mano y entró con ella en el restaurante.


—Estás espléndida —dijo Pedro observando a Paula. 

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