jueves, 14 de octubre de 2021

Deja Que Te Ame: Capítulo 44

El sol bañaba Haughton con su luz, pero, cuando entró en la casa, Paula no podía sentirse más triste. Por el recuerdo de cómo le habían destrozado la vida a su padre, por la avaricia de su madrastra, por la discusión con Pedro, por el final amargo que habían tenido esos idílicos días con él, y también por la pérdida de su hogar, que sabía que habría de llegar antes o después. Mientras entraba en la cocina, sintió que la dura realidad se imponía, y supo entonces que no podía seguir engañándose, que tenía que hacer frente a esa verdad que no quería aceptar. «No puedo seguir así; no puedo…». Tenía que hacerlo, tenía que enfrentarse a ello. No podía continuar parapetándose tras aquella destructiva guerra continua contra Graciela y Jimena. Era una guerra que sabía que no podía ganar. Una guerra que estaba haciéndole daño, que la estaba amargando. «No puedo evitar que me arrebaten Haughton. No puedo pararlas. Pero tampoco puedo seguir así. Lo único que puedo hacer es darme por vencida, claudicar, renunciar a mi hogar….». Las palabras de Pedro resonaron en su mente, clavándose dolorosamente en su ánimo como un aguijón. Había dicho que su casa era una tumba, su tumba. Apretó los puños, negándolo desesperada para sus adentros, pero la horrible sensación que habían causado en ella esas palabras no se desvanecía, como si su subconsciente pretendiese obligarla a afrontar la verdad. Esa, y otra verdad: Que había cambiado. Pedro la había cambiado. Y no solo en lo que se refería a su aspecto exterior, sino también el interior. Ya no era la misma persona. Iba a perder Haughton y no podía tener a Pedro, pero se tenía a sí misma, y debía ser valiente y transigir con lo que hasta entonces había sido impensable para ella. Por eso, aun con el corazón apesadumbrado, una espantosa sensación de miedo y una angustia horrible, fue al salón, se sentó junto a la mesita donde estaba el teléfono y se preparó para hacer la llamada que sabía que tenía que hacer.





Pedro escuchaba con educación y fingido interés al ministro de Desarrollo y Obras Públicas del jeque. La reunión estaba yendo bien, estaban estableciendo acuerdos que les reportarían beneficios mutuos, todo se estaba desarrollando en un tono muy cordial y todo el mundo estaba contento. Sin embargo, los pensamientos de él estaban muy, muy lejos de allí, porque no dejaba de darle vueltas a un proyecto que era insignificante en comparación con el que se estaba discutiendo allí, pero que era infinitamente más importante para él. Un proyecto crucial para su futuro. Su abogado de Inglaterra acababa de llamarlo, justo antes de que empezara la reunión, y, al hablar con él, había respirado aliviado. Cuando por fin terminó la reunión, de un modo completamente satisfactorio, abandonó del edificio y se dirigió al coche que lo esperaba. El calor del Golfo Pérsico lo envolvió al salir a la calle, pero apenas lo notaba porque cada uno de sus pensamientos giraba en torno a Paula. Debería estar allí con él. Habrían explorado juntos el zoco del casco antiguo de la ciudad, con su olor a mil especias distintas y la fragancia del incienso impregnándolo todo. Navegarían bordeando la costa en un velero, verían juntos el atardecer, irían a… Interrumpió esos pensamientos. No era el momento de ponerse a fantasear con lo que podría haber sido y no fue. Tenía que centrarse en el futuro; tenía que volver a su hotel, telefonear a Londres, acelerar el papeleo, y todo a la mayor celeridad posible. No podía permitirse que hubiese ningún retraso. El resto de su vida dependía de ello.

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