jueves, 6 de febrero de 2020

Venganza: Capítulo 25

La noche siguiente, mientras preparaba la cena. Paula se sentía entumecida por dentro y por todo el cuerpo. Se había casado con Pedro Alfonso. Algo resplandeció cuando movió la mano para agarrar una olla y miró la sencilla alianza de platino que tenía en el dedo. Se estremeció. Era bonito y le sentaba bien a su pálida y estilizada mano. Bruscamente se lo quitó y lo dejó sobre la encimera de mármol. Se mantuvo ocupada cocinando e intentó, sin llegar a lograrlo, no pensar en lo sucedido durante el día. Cuando había salido de su dormitorio esa mañana con un sencillo vestido gris, Pedro la había metido de nuevo en la habitación y había abierto su armario. Al no ver nada más que tonos negros, grises y azules oscuros, le había dicho:

—¿A qué demonios crees que estás jugando?

—Por si te has olvidado, los dos estamos de luto. No voy a hacer el papel de una novia ingenua y feliz y convertir este matrimonio en una farsa mayor de lo que ya es.

Él se la había quedado mirando un momento con un brillo de sospecha en los ojos antes de sacarla del dormitorio con la orden de que estuviera lista en cinco minutos. A la ceremonia celebrada en el registro habían acudido sólo dos colegas de Pedro. Probablemente fue la ceremonia celebrada allí en la que había habido menos amor. Paula se había asegurado de que la boca de Pedro no se posara en sus labios en el momento del beso y él le había susurrado:

—Cuidado, Paula.

—Eres el último hombre al que quiero besar —le había respondido ella.

Una vez fuera, sobre las escaleras del edificio y mientras posaban para los paparazzis, él le había agarrado la mano con fuerza y ella se había sentido consternada al darse cuenta de que había necesitado su apoyo ante tanta expectación mediática. Pedro había hablado en inglés y en italiano, soltando mentiras por la boca mientras les contaba a todos que había estado tan impaciente por casarse con su prometida que había renunciado a la celebración en Roma. Todo se celebraría en Sardinia, en la villa familiar. La prensa se había deleitado con la historia de ese vividor que se había dejado enamorar por una chica pálida, desconocida y poco interesante. Y entonces Pedro la había dejado en el ático, diciéndole que tenía asuntos que atender en la oficina durante el resto del día con el fin de dejarlo todo en orden antes de marcharse a Sardinia. Ella había firmado el acuerdo prenupcial después de haber leído que él no le ofrecería nada si insistía en quedarse allí cuando el bebé naciera y le ofrecería una pequeña fortuna si decidía marcharse. Paula no había tenido ningún problema para firmar ya que no deseaba su dinero y no tenía la más mínima intención de abandonar a su bebé. Mientras intentaba calmar, cocinando, su frustración por sentirse tan sola, ignoró que Pedro estaba de pie junto a la puerta, observándola. Abrió la nevera y sacó una jarra de pesto.

—Qué bonito. Estás haciéndonos la cena como una buena esposa.

Paula se giró y la jarra de pesto se le cayó de las manos para ir a parar sobre el inmaculado suelo. En un instante Pedro estaba a su lado, agachado para recoger los pedazos de cristal, pero la salsa gris moteada con albahaca estaba derramada por todas partes. A ella seguía latiéndole el corazón cuando miró abajo y vio su brillante cabello negro. Enseguida se movió para ayudarlo, pero dió un grito ahogado de dolor cuando un cristal se clavó en su pie desnudo. Pedro se levantó y la tomó en brazos como si fuera una pluma para sentarla sobre la isla en medio de la cocina. Se agachó para examinarle el pie.

—Lo siento. Me has asustado.

—No deberías haberte movido —respondió él mientras le sostenía el pie entre sus cálidas manos y lo miraba detenidamente.

De pronto Paula sintió una gran emoción dentro de ella por el modo tan delicado en que la estaba tratando, tan opuesto a su frialdad habitual. Era casi como si con ese gesto Pedro estuviera derritiendo la capa de hielo con la que ella había cubierto su corazón para poder superar ese día. Pero ahora todo amenazaba con abrumarla…

—Lo siento. Ha sido un accidente.

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