jueves, 12 de junio de 2025

Quédate A Mi Lado: Capítulo 45

Los gemidos de Paula se fueron haciendo más y más fuertes, hasta que el sonido de su placer inundó todo el coche. Se aferró con fuerza a sus hombros, inclándose profundamente en él mientras Pedro contemplaba las sombras que jugaban con su rostro conforme se deshacía. Los pechos de ella se agitaron hacia delante una y otra vez mientras arqueaba la espalda exponiendo el cuello. Paula pudo sentir la fuerza húmeda de su orgasmo. Entonces ella se contrajo a su alrededor, masajeándolo... Hasta el final. Dejó caer la cabeza sobre el reposacabezas del asiento y explotó en sucesivas oleadas de placer. No supo siquiera distinguir si el rugido que escuchaba provenía de las olas o de su propio cuerpo. Ella escondió la cabeza en su cuello y él introdujo los dedos en su pelo. No habían resuelto nada, pero al menos ella había dejado de llorar, Pedro dejó caer la barbilla, apoyándola sobre la cabeza de Paula. ¡Maldita sea, qué manera de entender la tremenda conexión que Paula tenía con su marido! Porque en ese momento, Pedro supo que encontraría el modo de hacer que ella le amase, por mucho tiempo que le llevara conseguirlo. 


Paula necesitaba hacer algo, cualquier cosa. La impotencia con que esperaba ver a Valentina de vuelta en casa sana y salva le estaba comiendo viva. Sentada en la cama con las piernas cruzadas, tecleó sobre el ordenador en busca de cualquier referencia a disputas por la custodia de los hijos. Necesitaba armarse de cuanta información fuese posible, Pedro también estaba sentado a su ordenador, pero se había instalado en el patio al que daba su habitación. En tan sólo unas horas, ambos recogerían a Valentina. Ninguno de ellos se había alejado demasiado de la habitación de la niña. ¿Se sentía él también más cerca de su hija de ese modo? Ni siquiera podía aventurar una respuesta. Desde el momento en que habían hecho el amor de forma frenética en el coche, Pedro se había cerrado por completo y había pasado la mayor parte de la noche trabajando en el ordenador, incluso después del regreso de su familia. El la había sorprendido metiéndose en so cama sobre las dos de la mañana, haciéndole el amor de forma más pausada, más cuidadosa, con su cuerpo, su boca y sus palabras, sin decir nada sobre sus propias necesidades o su dolor. Sin embargo, la compañía de Pedro no había logrado distraerla de su preocupación por Valentina por mucho que aquello la conmoviese en lo más profundo de su corazón. Había percibido el sufrimiento de él por su hija, la forma desesperada en que le había hecho el amor, y aquella conexión entre ambos la había dejado indefensa, abierta y más vulnerable frente a él de lo que nunca pudo imaginar. 

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